Sr. Director:

Sobre los grandes personajes que marcan el rumbo de la historia, cabe el riesgo de presentarlos tan elevados que resultan ajenos al género humano pareciendo que ni sienten ni padecen. Es el caso de nuestro presidente Pedro Sánchez, que ha aparecido radiante junto a su esposa Begoña Gómez en la reciente cumbre europea en Granada, cuando en realidad padecía una procesión interna de sufrimientos al recordar que existía un español residiendo fuera de nuestra patria. Sufrimientos que no pudo reprimir viéndose obligado a invocar la palabra amnistía que, como bien nos explicó, es uno de los nombres de la generosidad. Pues no hay generosidad más pura que cuando se dispone, no ya de los bienes y derechos propios, que eso es vulgaridad, sino de los bienes y derechos ajenos; y mientras más grandes y ajenos, mucho mejor. Por eso ejercitará con la amnistía un gran acto de generosidad, al disponer de la soberanía nacional y de no sé cuantos derechos nuestros más. Y todo ello por apenas unos cuantos votos.

Pero tampoco se queda atrás en sensibilidades nuestra Begoña, según cuentan las crónicas, y fue también en Granada donde padeció tal arrebato emocional al oír recitar versos de Federico, que se le escaparon unas lágrimas por su reformado rostro. Estremece pensar en el sufrimiento que dos almas tan sensibles como las de esta pareja, experimentarían de haber sido presidente Pedro cuando ETA asesinaba a sus compañeros del PSOE, como a Fernando Buesa, cuya tumba acaban de llenar de mierda sujetos muy afines a los filoetarras que apoyan el sensible Gobierno de progreso de Pedro.