Lo explica muy bien el submarino, editorial de La Razón, edición del domingo 8 de octubre bajo el titulo "Pactos que queman": La tumba del socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA, ha sido profanada y enmierdada -sí, defecaron sobre ella- mientras una parte de Bildu se niega a condenar los hechos. No así, Arnaldo Otegi, que conste, pues no se puede llegar a lehendakari sin hacerse el estadista.

Pues bien, mientras esto sucedía, la también socialista María Chivite, presidenta de Navarra gracias a Bildu otorgaba a los proetarras el control de la Federación Navarra de Municipios y Concejos, precisamente el poder político más buscado por los proetarras, los ayuntamientos, a los que ellos le sacan mucho partido. Por ejemplo, les permite implantar el terrorismo latente, el callejero, el que imponen los vecinos en la vida cotidiana.

Lo que significa algo muy simple: Pedro Sánchez ha convertido al PSOE, no en una maquinaria de poder, que eso siempre lo fue, al igual que el PP de hoy lo es, sino en algo peor: lo ha convertido en una organización mafiosa, experta en profanarlo todo y a todos y capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder: Chivite en la comunidad foral navarra y Sánchez en el conjunto de España. He dicho capaces de todo.

No es más que una derivada, una más, de un Sánchez que acoge el apoyo de los etarras mientras demoniza a Vox, el partido de Ortega Lara.

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