Sr. Director:
Veo en el telediario un suceso anunciado bajo el siempre alarmante epígrafe de nuevo asesinato machista y de violencia de género. Sin existir denuncias previas, un anciano de 86 años mató a su esposa, de 84, a la que cuidaba porque estaba gravemente enferma. Al final de la noticia se desliza como en tono menor que el hombre, tras acabar con la vida de su esposa, se suicidó... Visto lo anterior, no hace falta ser muy sagaz para deducir que en estos trágicos hechos se percibe un nuevo crimen por compasión, de quien posiblemente se vio superado por una dramática situación de impotencia y desesperación. Sin duda un crimen rechazable, pero no parece justo incluirlo, como se hace, dentro del apartado de la violencia de género, por mucho que les interese tal inclusión a quienes viven de estas estadísticas. Tres días después leo por casualidad en un periódico que comienza el juicio contra alguien acusado de causarle la muerte a su hija de diecisiete meses. Pese a contar con trabajo y disponer además de ayudas administrativas para cuidarla y sustentarla, abandonó a su hija encerrándola en una habitación durante más de un mes hasta que murió de hambre e inanición. Sin embargo esta noticia no la vi comentada en ningún telediario. Quizá porque ese «alguien» acusado de tamaña barbaridad era una mujer, (in)migrante y marroquí.