Sr. Director:
“La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse”. (Jonathan Swift, político y escritor irlandés).
No es la primera vez que la enloquecida ambición de un hombre provoca la ruina de un pueblo. Ejemplos no nos faltan en la historia, y todos ellos acabaron en medio de un escenario de descomposición de todo lo construido durante siglos con el sacrificio y el esfuerzo honrado de millones de personas.
En la antesala de ese escenario es dónde en estos momentos se encuentra España, como consecuencia de la utilitaria moción de censura presentada contra el Presidente del Gobierno, salvo que este, en el último momento, se saque algún As que se haya escondido en la bocamanga. Actuaciones y hechos condenables muy graves en la acción política española, los encontramos a cientos en el transcurso de la actual etapa democrática cometidos por los aquellos partidos que en algún momento han alcanzado el poder. Pero no han sido estos la causa de la presentación de la moción de censura. De ser así, España hubiera vivido en un permanente desalojo de todo tipo de gobiernos.
Lo que ocurre es que en nuestra viciada atmósfera política y mediática, hay quien mea en lata y no suena, y quien mea en lana y atrona. La razón expuesta para la presentación de la moción de censura que ha puesto a España al borde del precipicio político y social, es una burda y oportunista excusa que solo esconde la malsana ambición de un sujeto, que tiene por único objetivo, alcanzar el poder cueste lo que cueste, y a quien le cueste, sin tener en cuenta las tóxicas consecuencias que su empeño habrá de acarrear a todos los españoles.
De momento su iniciativa ya nos ha costado varios miles de millones en intereses de la prima de riesgo y en la caída de los valores bursátiles. Es lo que genera la incertidumbre e inseguridad política en cualquier parte del mundo y España no es una excepción.
A partir de la asunción del candidato al despacho de La Moncloa, la gobernabilidad de España constituirá una andadura absolutamente inviable, porque si con 134 escaños la aprobación de cada iniciativa parlamentaria ha constituido para el actual Gobierno una permanente carrera de obstáculos, algunos de ellos insalvables, excuso decir lo que puede ser esta misma labor con la exigua minoría de 84 diputados frente al resto de la Cámara.
El apoyo recibido por el candidato no es un frente popular como ocurrió en la segunda república sino el monstruo de las cien cabezas que en la mitología griega atacó Esparta. Lo que ocurre es que el nuevo inquilino de La Moncloa no tendrá la ayuda de Ares, el dios olímpico de la guerra, personificación de la brutalidad y la violencia. En adelante, el parlamento español será escenario político del tumulto, la confusión y el desconcierto de la gobernabilidad del país, y eso solo nos acarreará volver a situaciones indeseadas que solo nos proporcionaron infortunios a la mayoría de la sociedad.
El portavoz del PNV, gracias a cuyos votos la moción sale adelante, ya le anunció al candidato: “…ni la situación es simple, ni las soluciones y sus consecuencias lo son… en estos momentos, la situación económica española se mira con temor en Bruselas… yo quiero pensar que usted está dispuesto a que los cambios legales que se puedan producir en esta cámara sean avalados por un consenso, y que también nosotros podamos estar en ese consenso… no podemos obviar la situación en Cataluña. Su posición respecto a las naciones vasca y catalana, es importante. El camino, es dialogar, el camino es intentar encontrarse, el camino es reconocer que existe un problema nacional en algunos lugares de este Estado. La situación, en el caso de que salga adelante la moción, sería complicada. Yo no le arriendo la ganancia. Si ya era un auténtico hervidero este hemiciclo, me parece que esto va a ser un pin, pan, pun, continuo. Confío en que el diálogo prometido por usted en su discurso, sea cierto y que no abuse de la prerrogativa y el privilegio que le estamos dando”.
Lo que el portavoz del PNV estaba haciendo, era marcarle el camino al futuro nuevo Presidente del Gobierno, al tiempo que más o menos le venía a decir: -No se vaya usted a creer que va a gobernar como quiera.
La del PNV, ha sido una jugada maestra. Por su apoyo en la aprobación de los presupuestos, le ha sacado al PP hasta los hígados, y ahora, por el apoyo en la moción de censura, al candidato a la presidencia le va a sacar hasta los ojos. A los partidos nacionalistas, España les importa una higa. En su intervención, ya lo dijo Aitor Esteban: “El Partido Nacionalista Vasco no es un partido con vocación de gobierno en España. Nuestra responsabilidad y nuestro compromiso, está con Euskadi”.
Pero ¿Cómo casan los intereses del PNV, un partido, además de nacionalista, conservador donde los haya, con el incendiario discurso de Pablo Iglesias, propio de un revolucionario bolivariano? “Hay una nueva España que no cree en reyes” dijo el líder de Podemos, y dirigiéndose a los nacionalistas, añadió: “Hay una nueva España que les pide dialogar para construir una España en la que quepa una nación que se llame Euskadi y en la que quepa una nación que se llame Cataluña. Nosotros estamos dispuestos a construir esa España fraterna y plurinacional… trabajemos juntos para que quizá nuestros hijos puedan vivir en una república fraterna y plurinacional”
Así encaja la confrontación de intereses del PNV y Podemos. Desmembrando la nación española.
Desde el estrado, y con la autoridad del profesor que se dirige al alumno, el líder de Podemos se manifestó en estos términos: -“Usted no puede decir en esta tribuna que su programa de gobierno son los presupuestos del Partido Popular”. Y marcándole ya el camino, añadía: -“Yo no puedo consentirle…” detallándole seguidamente una serie de actuaciones, que en su opinión, debería llevar a cabo el futuro Presidente, actitud con la que desde un plano de superioridad, le humillaba públicamente, al marcarle ruta y calendario, como si de su pupilo se tratase.
Con un Gobierno tan extremadamente débil, los partidos separatistas adquieren un poder para presionar al Estado, como jamás hubiesen imaginado poseer. No es de extrañar por tanto, que la marea separatista llegase para implantarse también en Valencia, el norte de Aragón, Galicia, Baleares y posiblemente en Canarias.
La paranoia de esta moción de censura llega a al extremo de presentar a un candidato a gobernar el país, con las manos metidas en los bolsillos y sin ningún programa. El único programa era desalojar del poder a Rajoy y al Partido Popular. No es de extrañar esta idea obsesiva de la izquierda. Hace doce años lo dijo el célebre hispanista norteamericano Stanley G. Payne: "La izquierda española no acepta perder".
La gobernanza de España en los próximos meses puede ser un auténtico calvario para el candidato. Será una marioneta en manos de los diferentes partidos que hoy le votan, y tendrá que hacer auténticas piruetas para evitar ser alcanzado por el fuego cruzado de unos intereses encontrados, que pueden paralizar al país con un costo político y económico incalculable. En muy poco tiempo, se puede perder lo que con tanto sacrificio se ha logrado en los últimos años, después de la quiebra en la que dejó a España el PSOE.
Lo más grave es que alguna de las regresivas medidas que pudieran aprobarse, podrían ser irreversibles. Y todo, por la insaciable ambición de una persona y la de la irrelevancia política de los acólitos que le acompañan en la ejecutiva de su partido.
La política española nunca pudo caer tan bajo, ni los personajillos que la dominan, ascender más alto.