"Creas un competidor que ya funciona a toda velocidad (DIGI), le regalas vitaminas y lo pagamos los demás", aseguraba un directivo de una importante teleco española días atrás, al conocerse los 'remedios', las condiciones, que la división de Libre Competencia de la Unión Europea (UE) 'imponía', más bien regalaba, a Orange y MásMóvil para su fusión. 

Pablo Ferrer lo ha explicado con todo lujo de detalles en Hispanidad. La decisión de Bruselas sobre la fusión Orange-MásMóvil es de juzgado de guardia. La Competencia de la Unión Europea ha olvidado que su objetivo es luchar contra el monopolio, no decidir quién es bueno y quién es malo. Para Bruselas, buenos son Orange, MásMóvil y Digi y el malo es Telefónica.

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Todo esto no supone otra cosa que la perversión de la regulación pública. No me extraña que en Telefónica o sea, el malo, se suban por las paredes. El núcleo de la cuestión es que la libre competencia no es lucha contra el monopolio, no sólo, es, ante todo, lucha por la igualdad de oportunidades. No se trata de decidir el número de operadores que pueden competir en el mercado: se trata de que el grande no abuse del pequeño y de que el inversor no sea peor tratado por la autoridad que el simple vendedor. O sea, igualdad de oportunidades según condición, de tamaño y de ocupación. Y todo lo demás, son pájaros y flores.

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