Puigdemont. Con un narcisista no es posible llegar a acuerdo alguno
Cuentan que tras la homilía del funeral por las víctimas del atentado de las Ramblas, el insigne presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, abroncó al cardenal-arzobispo Omella por solicitar unidad y por citar al Rey y al presidente del Gobierno, dejándole a él como una más de las "autoridades autonómicas y municipales" presentes en el acto.
Sin darle tiempo a responder al obispo, Puigdemont se marchó. Al parecer no quería dialogar con monseñores: sólo apostrofarles.
El problema de los separatistas catalanes es su narcicismo. Aunque no lo crean, el porvenir del mundo no pasa por el procés catalán.
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