Al bueno de Pablo Iglesias se le ha olvidado el vademécum básico de toda purga comunista: antes de fulminar a su número tres en Podemos, Sergio Pascual (en la imagen), no le obligó a hacer autocrítica. Le envío directamente al Gulag. Así no vamos a ningún sitio don Pablo. Recuerde a sus antecesores, amigo Iglesias: Lenin, Stalin, Mao y otros prohombres de la causa. Lo primero, motivar al condenado a una sana autocrítica y, una vez conseguida ésta, se le envía a Siberia o simplemente desaparece de la faz de la tierra. Pero antes, don Pablo, no después. La autocrítica es muy importante para el Partido. Hispanidad redaccion@hispanidad.com