Percibo cierta obsesión con el teléfono móvil. Al parecer, en Europa ya hay ayuntamientos que empiezan a colocar los semáforos en el suelo, para que la gente no cruce en rojo… porque la gente camina con el móvil mirando al suelo. En las iglesias nos informan que para hablar con Dios no necesitas móvil, pero conozco un cura que concluye… "aunque si quieres encontrarte con Dios lo que debes hacer es usarlo mientras conduces". Para entendernos, el móvil es un objeto, por tanto, moralmente neutro. Desde el móvil se pueden hacer un montón de cosas buenas (por ejemplo, preocuparse por los demás). Otra cosa es lo opuesto: convertirse en un sonámbulo del aparatito para no hacer caso a los demás, hasta que el mejor hecho de darle la mano al prójimo suponga un sacrificio. Hispanidad redaccion@hispanidad.com