El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias Turrión, ha anunciado a bombo y platillo en el Congreso de los Diputados que va a haber Gobierno social-comunista para rato. Oírlo por la radio y recorrerme un escalofrío por todo el cuerpo fue todo uno.

En primer lugar, me he estremecido al ver el rostro comunista del vicepresidente segundo del Gobierno, después de quitarse la careta de Podemos. Sabíamos lo que era, pero ahora los que veníamos diciéndolo desde hace tiempo ya no tenemos nada que demostrar, acogiéndonos al axioma jurídico: “A confesión de parte, relevo de pruebas”.

Conceptualmente, “el rato” de permanencia en el poder de los nazis es muy corto, si lo comparamos con el de los comunistas. Porque si Hitler adjudicó una vida al III Reich de mil años, Lenin concibió el comunismo con duración sempiterna

Y me ha invadido el miedo, porque por poca historia que se sepa causa terror escuchar a un comunista decir que va a permanecer en el poder “para rato”. Conceptualmente, “el rato” de permanencia en el poder de los nazis es muy corto, si lo comparamos con el de los comunistas. Porque si Hitler adjudicó una vida al III Reich de mil años, Lenin concibió el comunismo con duración sempiterna; es decir, que si bien el comunismo tuvo principio en su perversa mente, según él nunca tendrá fin.

Dicen los entendidos en la materia que, después de un breve aunque necesario paréntesis de la dictadura del proletariado, surgirá el paraíso terrenal del comunismo que durará lo mismo que el infierno que vio Santa Teresa, ya que cuando se lo mostraron, la gran santa española y doctora de la Iglesia solo pudo exclamar con toda razón: “para siempre, para siempre, para siempre…”

Así se acaba de entender el afán de la izquierda actual con empalmar su historia con la de la Segunda República, que culmina con la llegada del Frente Popular y su asalto al poder después del pucherazo electoral de las elecciones de febrero de 1936. Y si aquello fue posible se debió a que, como sucede ahora en España, el PSOE se doblegó ante el comunismo y se alió a él para permanecer en el poder…, “para rato”.

El invento de los Frentes Populares surgió en el VII Congreso de la Internacional Comunista (Komintern), que se celebró en Moscú desde el 25 de julio hasta al 21 de agosto de 1935. Dolores Ibarruri (La Pasionaria) y Jesús Hernández acudieron a esa reunión como delegados de España; pero también asistieron a ese congreso Julio Álvarez del Vayo y Margarita Nelken, que se habían refugiado en Moscú huyendo de España por su implicación en el golpe de 1934.

El búlgaro Georgi Mijáilov Dimitrov fue el Secretario General del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. Había sido acogido por la URSS, tras el proceso que tuvo por haber sido acusado de haber incendiado el Reichstag, si bien no se pudo aportar pruebas.

Para justificar la revolución, los comunistas siempre encuentran un fascismo al que combatir, y si no lo hay, se lo inventan

Fue en ese Congreso en el que el comunismo aprobó la estrategia de la bolchevización de Europa. Dimitrov presentó un informe, equivalente en la actualidad a las “alertas antifascistas” del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias Turrión. Porque para justificar la revolución, los comunistas siempre encuentran un fascismo al que combatir, y si no lo hay, se lo inventan. El informe de Dimitrov tenía el siguiente título: La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional Comunista en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo.

En el VII Congreso de la Internacional Comunista, Dimitrov defendió la formación de los Frentes Populares con este argumento: “Camaradas acordaos de la antigua leyenda de la caída de Troya… El ejército que atacaba no pudo obtener la victoria más que penetrando en el corazón del enemigo… Nosotros los trabajadores revolucionarios no debemos dudar en emplear la misma táctica contra nuestro enemigo fascista”. Y naturalmente que los delegados españoles que escucharon la intervención de Dimitrov interpretaron que el enemigo fascista en España era la Segunda República, que en esos momentos tenía un Gobierno legítimo presidido por Alejandro Lerroux.

Más tarde, Moscú designó a dos personajes para vigilaran en España la puesta en marcha del Frente Popular, al jefe de los comunistas franceses Maurice Thorez y al alemán Neuman. Maurice Thorez estuvo en España y se entrevistó no solo con los dirigentes del Partido Comunista Español, sino también con los líderes políticos de las organizaciones aliadas en el Frente Popular, entre las que además del Partido Comunista, por su importancia se debe citar al PSOE y al sindicato de los socialistas, la UGT, a los marxistas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), a la Izquierda Republicana de Manuel Azaña, a la Unión Republicana de Diego Martínez Barrio y a la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido de los separatistas catalanes.

Maurice Thorez concluía sus intervenciones en España con esta consigna: “El Frente Popular debe triunfar”. Y vaya que si triunfó. La investigación académica ha tardado mucho tiempo en obtener las pruebas documentadas de las irregularidades cometidas en las elecciones de febrero de 1936. Han sido publicadas recientemente por los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García en su libro, titulado 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular.

Pero mucho antes que estos investigadores denunciaran los hechos, la socialista Regina García García, que tuvo importantes responsabilidades en el partido, hasta que lo abandonó por la repugnancia que le produjo el asesinato de Calvo Sotelo a manos de socialistas, según conté en otro artículo, nos ha dejado un esclarecedor testimonio. Por sus relaciones con los altos dirigentes del PSOE tenía información de lo que había pasado y esto es lo que nos ha contado: “El triunfo del Frente Popular fue el más estupendo acto de vandalismo, desvergüenza y matonería políticas realizado en España durante toda su larga historia”.

“Para un político experto no deben existir sorpresas. ¡Ya tuvimos bastantes con las elecciones de 1933! Ahora estábamos prevenidos”. Así replicó uno de los triunfadores a un correligionario, que todavía conservaba alguna decencia y ponía reparos a los procedimientos empleados.

Se celebró aquella victoria con ruidosas manifestaciones, parecidas a las del 14 de abril célebre. Hubo bailoteos en las calles, incluso en la Puerta del Sol y en La Gran Vía, y desfile de mascaradas más o menos alegóricas; pero se notaba en todo aquello una falta de espontaneidad y de alegría, de que no carecieron los manifestantes en la proclamación de la República.

“Como los factores decisivos del triunfo fueron los aportados por el dinero, las consignas y las instrucciones de Moscú, los comunistas se mostraban ensoberbecidos y dispuestos a gobernar la República a su manera, lo que no dejaba de inquietar a los demás partidos izquierdistas”.

El hombre elegido por Moscú dentro de las filas socialistas fue Francisco Largo Caballero, cuyas manifestaciones públicas demostraban a las claras el interés del PSOE en provocar en España una guerra civil

El hombre elegido por Moscú dentro de las filas socialistas fue Francisco Largo Caballero, cuyas manifestaciones públicas demostraban a las claras el interés del PSOE en provocar en España una guerra civil, porque Largo Caballero pensaba que la ganaría y ese iba a ser el primer paso para mantenerse en el poder “para rato”, como aspira a quedarse ahora el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias Turrión.

En un mitín electoral, celebrado el 12 de enero de 1936 en el cine Europa, Largo Caballero declaraba sin tapujos sus intenciones revolucionarias y antidemocráticas: “Antes de la República -decía a los asistentes el Lenin Español- nuestro deber era traer la República; pero establecido este régimen, nuestro deber es traer el socialismo. Y cuando hablamos de socialismo, no nos hemos de limitar a hablar de socialismo a secas. Hay que hablar de socialismo marxista, de socialismo revolucionario”.

Y fue precisamente esta declaración que hemos transcrito del mitin del cine Europa la que provocó que el Partido Nacional Republicano de Felipe Sánchez Román se negara a formar parte del Frente Popular. Don Claudio Sánchez Albornoz, así nos lo cuenta en su Anecdotario político: “Negociaciones para constituir el Frente Popular. Largo Caballero sin rodeos:

-«Después del triunfo, yo me reservo el derecho de hacer la revolución».

Ante estas palabras, Sánchez Román, se apartó de la alianza, pero los otros jefes aceptaron y firmaron el acuerdo, sin informarnos a los soldaos de filas. Yo lo he sabido ya en el destierro».

 

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.