España no tiene una limitación al mandato del presidente, ausencia que algunos justifican desde un punto de vista democrático: si el pueblo quiere que repita, y así lo expresa en las urnas, no se le debe poner ninguna traba. Aznar intentó establecer la costumbre sin cambiar las normas, pero esto no es el Reino Unido. El límite al mandato presidencial ha sido una de las razones de fondo que ha rebelado a los hondureños, a los venezolanos y a los ecuatorianos con distintos resultados.
Zapatero sigue sin manifestarse claramente sobre si repetirá como candidato del PSOE en 2012, a pesar de que estamos a punto de cruzar el ecuador de la legislatura: "No hay ninguna novedad", dijo ZP este martes. El presidente se excusó en la responsabilidad: él está preocupado de los problemas de los ciudadanos y no piensa en sí mismo. Sus palmeros ya se han encargado de decir en público que sólo hay un candidato perfecto o, como dicen en Amanece que no es poco: Alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario. Lo cierto es que más de uno se lanzaría a la caza de la candidatura si, por casualidad, Zapatero no se presentara, pero para eso sería necesario un congreso federal o unas primarias. Por supuesto, el partido está suficientemente bien controlado como para que a nadie se le ocurra hacer sombra al César. El presidente irá dando largas hasta que no le quede otra opción que presentarse otros cuatro, ocho o dieciséis años más, si es preciso.