• Apenas meses después de su aplastante triunfo electoral, Cristina Fernández se enfrenta a una oposición en la calle.
  • Y vuelve el fantasma del corralito.
  • La corrupción del Régimen de los Kirchner y de La Cámpora ha anulado una etapa de fuerte crecimiento.
  • Los bancos argentinos se resisten a ofrecer dólares y las carencias energéticas empiezan a preocupar para el invierno
  • Además de la corrupción, otra de las claves es la economía subvencionada.

Ocurrió en la famosa Plaza de Mayo. Argentinos convocados por Twitter protestaban ante la residencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (en la imagen). Una cacerolada en toda regla, nacida de la red, la única estructura que puede enfrentar el todopoderoso aparato del Kirchnerismo y de La Cámpora, el grupo radical de corte populista que lidera Máximo Kirchner, hijo de la mandataria y que controla los resortes de poder argentino, también los económicos.

Y esta cacerolada popular ocurría apenas ocho meses después (día electoral: 23 de octubre) las salvas se han vuelto lanzas.

Los manifestantes protestaban por el clima de corrupción que ha impuesto La Cámpora, el grupo radical que lidera -no ideológicamente- el hijo de la presidenta.

Tres vectores de la economía argentina:

A pesar de las fuertes tasas de crecimiento económico de los últimos años la corrupción ha hecho que ese bienestar no llegue al pueblo. Para ser más precisos: ha llegado en forma de subvenciones, pero es que las subvenciones más importantes no son las que reciben los particulares y las familias -por ejemplo, ayudas la maternidad- sino las que reciben los usuarios de productos básicos, como el gas, la luz o la gasolina. Y eso se ha convertido en un problema, porque ninguna empresa concesionaria quiere suministrar esos servicios dado que pierden dinero. Ejemplo, EDF y ENEL -suministradores de luz en el gran Buenos Aires- quieren marcharse porque pierden dinero.

Y cuidado, porque el invierno está a punto de llegar y Argentina empieza a tener problemas de abastecimientos de combustibles, que nadie le quiere vender por el retraso en los pagos. El gas es el punto más débil de este entramado.

Pero lo más importante es la fuga de capitales y el consiguiente miedo a que se repita el corralito. Los bancos ya están negando dólares a los propietarios de esos dólares y la propia presidenta aseguró en uno de sus discursos menos logrados -dado el ambiente de crispación que empieza a reinar en Argentina- que había cambiado una de sus cuentas personales denominada en dólares a pesos.

¿Está Argentina al borde de una nueva crisis económica como la de 2001? Eso es lo que se temen muchos argentinos.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com