Sr. Director:
El precio de los alimentos sigue con la tendencia a la baja que mantuvo el pasado año 2009, y aunque en principio esa debería ser una buena noticia para el consumidor, el pequeño ahorro que le pueda significar supone un fuerte varapalo para el sector agroalimentario en su conjunto.

 

En todo caso, aunque es posible que todos los eslabones de la cadena hayan ajustado sus márgenes, este esfuerzo ha recaído especialmente en los productores, cuyos precios en no pocos subsectores agrícolas y ganaderos se han desplomado, y no precisamente con reducciones porcentuales tan pequeñas como en la distribución, sino con desplomes que superan el 15, 20 y 30 por ciento.

La bajada de precios tiene como una de sus causas principales la guerra de las grandes cadenas de distribución, la mayoría de las cuales han entrado en una carrera por abaratar los productos alimentarios para ganar cuota de mercado.

Tras mucho tiempo alegando que las leyes del libre mercado impiden entrar a regular con firmeza, tanto la Unión Europea como el Gobierno español parecen por fin dispuestos a tomar cartas en el asunto e incluso desde el Ejecutivo se ha dado en estos días algún mensaje severo a la distribución para que se abstenga de seguir tirando a la baja los precios de la leche, que suele ser uno de los clásicos productos-reclamo.

Poner coto en la parte alta de la cadena alimentaria ayudará a evitar los abusos a lo largo de ésta, pero no lo logrará por sí misma. Por ello, es necesario también avanzar en medidas que eviten precios ridículos en el inicio de ésta, adaptando la normativa sobre competencia a la realidad actual. Bruselas ya se ha puesto a ello; queda por ver hasta dónde llega.

Domingo Martínez Madrid