El vicepresidente del Gobierno, ya lo hemos contado en alguna ocasión, huye de la prensa como de la peste. Pese a su fama de buen comunicador, Alfredo Pérez Rubalcaba ha basado su estrategia en mantener el mínimo contacto con la prensa, y cuanto más controlada, mejor. Suprimió los corrillos con los periodistas, acortó la duración de las comparecencias tras el Consejo de Ministros y, cada vez con más frecuencia, prefiere admitir su ignorancia sobre los temas que salen a relucir en las ruedas de prensa.
La última de sus tretas ha sido este viernes, cuando pidió a los periodistas que lanzaran sus preguntas primero al ministro Valeriano Gómez y después las que fueran dirigidas al vicepresidente primero. Pues bien, la mitad de las dirigidas al ministro se quedaron sin formular y las del vicepresidente se quedaron en el tintero.
Entre esas preguntas Rubalcaba suele encontrarse siempre con alguna referida a la sucesión de Zapatero. Una cuestión que tensa cada vez más al vicepresidente del Gobierno, convencido de que lo mejor para el PSOE sería que Zapatero anunciara ya su dimisión. Se iniciarían así los preparativos para una remontada encabezada por el propio Rubalcaba, convencido de que se pueden reducir distancias con el PP. Pero Zapatero está encariñadísimo con el sillón presidencial, del que no se separa ni en sueños. Y eso hace que Rubalcaba se suba por las paredes.
Mariano Tomás
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