Habrá que insistir. El Gobierno no presionaba al fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce (en la imagen). Estaban en la misma onda. Que no se eche faroles Durán Lleida con si toda la actualidad pasara por el 9-N catalán. Torres-Dulce tenía claro que iba a empitonar a Artur Mas por el 9-N, pero no pedía permitir que Alicia Sánchez Camacho adelantara el qué y el cómo y el cuándo de la querella.

Un hombre angustiado es un hombre dócil al poder

Y es que la vicepresidenta es muy mandona. Y en ocasiones maleducada. Se supone que un fiscal es independiente (jo, jo, jo) pero al menos hay que mantener las formas. Un Gobierno no debe ordenar una actuación al fiscal: puede hacerles sugerencias sobre el interés general pero con exquisito respeto a su independencia.

La vicepresidenta presume de eficiencia porque "yo me dedico a tomar decisiones". El problema es cómo las toma.

Eulogio López

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