La decisión de Morales convierte a Repsol en una empresa aun más opable. Antonio Brufau se siente engañado por Evo Morales; Zapatero, también. La petrolera no sabe qué quiere nacionalizar Evo Morales, y percibe exageraciones propagandísticas. Pregunta: ¿Nacionaliza Bolivia el crudo también los activos de Repsol YPF? El decreto no lo concreta. La decisión de Morales aumenta el peligro de OPA sobre Repsol YPF. Las masas empujan a Morales a castigar al colonizador español. Los venezolanos cubrirán el hueco tecnológico dejado por las multinacionales extranjeras. Bolivia representa el 18% de las reservas de Repsol YPF
Durante su reciente visita a España, nada más ser elegido presidente de Bolivia, Evo Morales se cansó de repetir la misma cantinela: Nacionalización no significa expropiación. Prudente distinción que tranquilizó a más de un incauto. Porque lo cierto es que la palabra nacionalización provoca, en un mundo del pensamiento único, profundas conmociones no siempre coincidentes con la realidad.
Vamos: Bolivia es uno de los poquísimos productores de hidrocarburos que no tiene nacionalizadas sus reserva de gas y petróleo. El crudo está en el subsuelo, y lo habitual es que el Estado sea el propietario de sus yacimientos, sean de lo que sean, en el subsuelo. Así que en casi todo el mundo son los Estados quienes poseen sus riquezas naturales y empresas privadas quienes, tras la firma del correspondiente contrato, acuerdan con el Estado el pago de unos impuestos y las condiciones de explotación. El sistema funciona, dado que así los gobiernos se ahorran el coste de las inversiones y del pago de la tecnología.
Morales pasó de las barricadas a la Presidencia de la Nación, pero ya el anterior Gobierno de la Paz había aumentado los impuestos que pagaban las petroleras (julio de 2005) hasta el límite aceptable por una sociedad anónima: es decir, hasta el límite mínimo a partir del cual dejarían de ganar dinero. En resumen, Morales, sí quería satisfacer a sus votantes, sólo podía hacer una cosa: nacionalizar.
No olvidemos que el presidente Carlos Mesa ya había puesto las cosas en su sitio. Así paga ahora en impuestos más de 7 de cada diez euros que ingresa, pero lo cierto es que cuando se aplique el conjunto del desarrollo normativo de la ley, podría alcanzar el 90% de los ingresos.
Ahora bien, Morales puede nacionalizar el crudo o puede nacionalizar los activos, es decir, las empresa presentes en Bolivia. Si hace lo primero, nada que oponer, si hace lo segundo, mucho. Entonces no hablaríamos de nacionalización, sino de expropiación o confiscación. Dicho en otras palabras: Si a Repsol YPF le nacionalizan su crudo, Repsol seguirá en Bolivia, pero si lo que nacionalizan son los activos de su filial Andina, entonces Repsol YPF se largará. De otra forma, serían sus accionistas los que le largarían.
Las cifras a considerar son éstas. A día de hoy, Bolivia aporta el 2,8% del total de beneficios de Repsol YPF. Ahí no está el problema. El problema está en que representan el 18% de las reservas de Repsol YPF, una compañía, además, que se ha visto obligada a reducir sus reservas declaradas en casi un 25%, lo que le ha acarreado un bajón bursátil (2% en la bolsa de Madrid) que aún le convierte en una empresa más opable. Como ya hemos informado, Repsol puede temer una OPA de de la británica BP o de la francesa Total (ambas presentes en Bolivia pero mucho menos afectadas, proporcionalmente) que la española, pero, sobre todo, teme una OPA de la estadounidenses Exxon, asimismo presente en Bolivia pero que quintuplica el valor de Repsol YPF.
Por lo demás, Morales le ha tomado el pelo a todo el mundo, especialmente a una empresa como Repsol, que ha invertido en le papel 1.000 millones de euros. A Rodríguez Zapatero, quien le condonó toda la deuda boliviana con España, y a Antonio Brufau, a quien recibió en su despacho presidencial y con el que conversó amigablemente durante su visita a Madrid. Ahora, Morales prefiere fotografiarse con el venezolano Chávez y el dictador cubano Fidel Castro. Por cierto, si las multinacionales se machan de Bolivia, Morales podría acudir a la tencología de PDVSA, la empresa estatal venezolana a quien Chávez descabezó por razones políticas, pero cuya tecnología vuelve a ser suficiente para pinchar las bolsas de gas de Bolivia. Sólo la brasileña Petrobrás está más afectada que Repsol YPF, y la respuesta del brasileño Lula da Silva a resultado mucho más dura que la del Gobierno español.
Por cierto, en el Paseo de la Castellana, sede central de Repsol YPF, ha sentado especialmente mal la actitud de los bolivianos: Morales ha encargado al Ejército ocupar los campos de gas de las petroleras para protegerlas, se supone que de la iras del pueblo. El asunto empieza a resulta chusco. Eso con un decreto que, al decir de los abogados de Repsol YPF, es equívoco, y puede servir de base para una simple, y lógica, nacionalización, como para una expropiación o confiscación en toda regla.