La Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) del PP, que ahora se tramita en el Parlamento, ha sido definida por algunos como "contrarreforma educativa", "ley de la Conferencia Episcopal" e, incluso, "ley de Rouco". Pero si uno se molesta en leer el texto de la LOMCE, se puede constatar que la realidad es muy distinta.
De hecho, en las etapas de Infantil y Bachillerato, la oferta de la Religión a la libre elección de los alumnos no es obligatoria, sino que está en manos de las Autonomías o las direcciones de los colegios. Así, centenares de miles de alumnos podrían quedarse sin dar Religión a pesar de querer hacerlo. En la ley socialista vigente (LOE), en cambio, la oferta de la Religión es obligatoria en todas las etapas educativas.
Además, la responsable de educación del PP, Sandra Moneo, afirmó en verano que la evaluabilidad de la Religión "no es una línea roja" del Gobierno y que podría negociarse en el trámite parlamentario. En la LOE -la ley de Zapatero- la Religión no se tiene en cuenta para la media pero sí para promocionar de curso.
Por otra parte, el PP quiere hacer posible que los alumnos de Religión puedan estudiar al mismo tiempo la asignatura alternativa (Valores Culturales y Sociales en Primaria y Valores Éticos en Secundaria). Pero, ¿qué sentido tiene que los alumnos de Religión puedan estudiar al mismo tiempo la asignatura alternativa Y es que la alternativa existe para que los alumnos tengan libertad de elección. Por este camino se va hacia la escuela única porque los valores de la alternativa los impone el Estado y pueden ser contrarios a la Religión e, incluso, a la misma naturaleza humana.
La ley educativa del PP es un paso sustancial hacia el laicismo. En este sentido, es evidente que los ataques del PSOE y otros partidos acusando al PP de hacer la Religión obligatoria son del todo falsos e interesados. De lo contrario ¿por qué no abolió el PSOE la Religión durante sus ocho años de Gobierno ¿Por qué critica una ley más laicista que la suya (LOE)
No nos engañemos, el PSOE y el PP se necesitan mutuamente para imponer a toda la sociedad su proyecto de ingeniería social laicista.
Justo Hernández Valbuena