En el prefacio de Retorno a Brideshead, su autor, el escritor converso Evelyn Waugh, afirma que su novela versa sobre "la intervención de la gracia divina sobre un grupo de personajes diversos pero estrechamente relacionados". Quizás esta cita sirva para dar luz a todos aquellos que se acerquen a ver esta cuidada producción británica que narra una historia de contenido  mucho más complejo de lo que normalmente vemos en la gran pantalla

   En la Universidad de Oxford, el joven Charles Ryder conoce casualmente a Sebastian Flyte, hijo de Lord Marchmain. Desde el primer momento, Charles -perteneciente a la clase media- se siente fascinado no tanto por la ambigua personalidad de Sebastian sino por lo que él representa: el exclusivo mundo de la alta sociedad británica. Debido a esta  singular amistad, Charles visita Brideshead, la majestuosa casa familiar de los Flyte. Allí conoce a Julia, la hermana de Sebastian, y se queda prendado de su belleza y su estilo desde el primer instante  Durante los 20 años siguientes, que coincide con el periodo de entreguerras, Charles será testigo clave del declive de esa familia y su fabulosa mansión.

   Todos aquellos que disfrutaron con la fantástica serie televisiva  que, sobre esta obra literaria, realizó la productora británica Granada Television en 1981, apreciarán  que el largometraje de Jarrold que nos ocupa es mucho más equívoco en su planteamiento (y desenlace) que la serie mencionada. Y es que es muy complicado abordar asuntos teológicos  tan importantes como el sentido del pecado, el peso de la conciencia o el poder redentor de la gracia. Hay que ser exquisitos para que la reflexión que hace Waugh sobre los peligros de una fe mal entendida no se interprete (al trasladarlo a imágenes)  como una especie de fundamentalismo religioso. Si estos conceptos les quedan claros desde un principio posiblemente aprecien este relato cinematográfico y acaben entendiendo a todos los personajes que aparecen en este drama y de que, de una u otra forma, buscan su salvación a pesar de haber optado por el camino incorrecto en su juventud (como ocurre con la relación entre Sebastián y Charles).  Porque, a pesar de su indudable calidad,  Retorno a Brideshead  no resulta una película fácil para los tiempos de conciencia laxa en los que vivimos.

   Eso sí, nadie objetará nada ni a su apartado artístico ni a su reparto. Como la mansión de Brideshead era un elemento  omnipresente casi un personaje más de la trama-  tanto por lo que representa para el protagonista como para los hermanos Flyte,  se eligió la magnífica  mansión utilizada en la serie televisiva: el castillo de Howard, en Yorkshire. En cuanto al reparto, el rostro más conocido es el de Emma Thomson que se mete perfectamente en el papel de la impresionante Lady Marchmain al igual que los desconocidos actores jóvenes que le acompañan.

 

Para: Los que les gusten los dramas exquisitos y no se asusten de la complejidad.