Otra novelita de los especuladores públicos y privados aletea sobre el viejo continente. Dice así: Señores, Irlanda puede quebrar.

Con ello se refieren a lo único que les importa de Irlanda o de cualquier otro país: la deuda pública irlandesa con la que especulan en bolsa.

Ahora bien, que el Gobierno irlandés no logre colocar su deuda pública no es el final de Irlanda, sino de la especulación pública irlandesa. Incluso puede ser -suele ser- que los países más poderosos, que controlan los circuitos financieros, se dediquen a denigrar a Irlanda para que el cuerpo de analistas (que, como intelectuales que son acostumbran a equivocarse todos juntos, al mismo tiempo y en la misma dirección) corran como gallinas mojadas a anunciar la pésima situación del bono celta. Y aconsejar ventas masivas.

Aún así, el éxito de un país no consiste en colocar su deuda a buen precio, sino en no necesitar colocar deuda alguna. Los países son como las familias: lo importante no es conseguir un crédito del banco sino no tener necesidad de pedir dinero prestado porque los ingresos cubren los gastos. El mejor consejo para el análisis económico certero es el de Charles Dickens: La felicidad consiste en ganar veinte peniques y gastar 19; la infelicidad consiste en ganar 20 peniques y gastar 21.

Por tanto, aunque Irlanda, como ante Grecia, Portugal o España, tengan razones para quejarse por la prepotencia anglosajona, lo mejor que puede hacer el sistema financiero con la deuda pública es lo mismo que con los bancos: dejarlos quebrar. Si Irlanda quiebra que quiebre. Es la única manera de conseguir dos cosas:

1. Que los gobernantes sean responsables. Pensar en las emisiones de deuda que ahora mismo están realizando las comunidades autónomas españolas en plena crisis financiera, con una rentabilidad que hipoteca a los gobiernos y a las generaciones futuras, es como para echarse a temblar.

2. Que los especuladores privados no aprovechen las calumnias sobre Irlanda para especular con deuda irlandesa. Por ejemplo, para obligar al Estado de Irlanda a emitir con una rentabilidad forzada que beneficie a los especuladores -irlandeses o no- y hunda a los ciudadanos irlandeses.

La única forma de acabar con la crisis bancaria es dejar quebrar a los bancos. La única forma de terminar con la crisis de las finanzas públicas es dejar que quiebren las finanzas públicas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com