Al niño hay que valorarlo en toda su dimensión y trascendencia como persona en desarrollo que es, con todo lo que esto significa, los adultos parece, que a veces, tienen un empeño en hacer todo lo posible para que el niño siga siendo siempre niño y no crezca nunca.
Qué pocas veces el niño es objeto de campañas publicitarias destinadas al bien común. Qué pocas veces se procura rescatar al niño del horizonte cerrado y egoísta del consumo sin control, qué poco se preocupan los padres de conectar al niño con el mundo y el tiempo en que vive con el fin de que, en la medida de sus posibilidades, tome conciencia de sus derechos y responsabilidades en el marco de la sociedad de la que él es parte insustituible.
Qué pocas veces los padres de familia, los educadores y los publicitarios se sientan a estudiar cuáles deberían ser las características de una publicidad nueva destinada a los más pequeños.
Las desventuras de la niñez repercuten sobre toda la vida y dejan una fuente inagotable de melancolía en el corazón del hombre, afirma P. Brulat.
Clemente Ferrer
clementeferrer3@gmail.com