De la crisis saldremos con menos Estado y menos mercados financieros. Por eso, los únicos impuestos deseables hoy son los que se utilicen para reducir la especulación financiera.
Con su demagogia habitual, don Alfredo nos ha explicado que subirá los impuestos sobre el tabaco y el alcohol. Pues que ande con cuidado, por dos razones: en tabaco ya es difícil cobrar más si no se quiere echar abajo el negocio. La reciente guerra de precios de las tabaqueras fue un aviso a Hacienda. Respecto al alcohol, cuidado con no diferenciar entre el vino -toda una riqueza para España, además de un alimento- que el Gobierno español ha logrado mantener al margen de los impuestos europeos sobre el alcohol. Eso fue, precisamente, lo que le costó el cargo como ministra de Sanidad a Elena Salgado: vegetariana ella, pretendía imponer nuevos impuestos al sector vitivinícola. La pobre no podía acudir a Logroño sin protección extra.
Por su parte, con sus complejos habituales, Mariano Rajoy ha apostado por los emprendedores, por los autónomos, por la micropyme. Y eso está bien, incluso promete 3.000 euros al autónomo que cree un empleo. Ahora bien, el emprendedor no quiere subvenciones: lo que quiere es que no le frían a impuestos y a burocracia desde el primer día. Y mejor será cuidarlo: porque de la crisis, o nos saca el cuentapropismo o no nos saca nadie. Ahora bien, como siempre, el problema en el PP es que pujan bien pero disparan mal. Y así, cuando Carme Chacón asegura que el PP quiere cargarse el Estado del Bienestar, el PP se acoquina y responde: nada de eso, yo mantendré todos los derechos sociales, cuando debería responder: pues sí señor, hay que reducir el Estado del Bienestar para lograr la sociedad del Bienestar, que no quiere subsidios, sino salarios.
Eulogio López
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