Naturalmente no es verdad. En primer lugar, hablamos de presión fiscal global o ingreso del fisco por PIB. Ha disminuido el denominador pero sobre todo el numerador, por lo que la presión fiscal ha caído más en España que en otros países europeos.
La presión fiscal individual está trufada por la economía sumergida que, según la OCDE, tiene a España en cabeza de carrera.
Pero sobre todo, la presión fiscal real que sufre el español no es parangonable a la europea por la sencilla razón de que no es comparable a la burbuja inmobiliaria española. El bajón de los ingresos del Estado, mucho más brusco que el del PIB, se debe a que no se vende un piso, por lo que no se mueven un montón de gravámenes: plusvalías, transmisiones, actos jurídicos, IVA, que ahora, simplemente, se han derrumbado. A ello hay que añadir los menores ingresos por beneficio empresarial, cierres de pymes, comercios y despachos, etc.
Lo mismo ocurre con la otra mentira de la deuda pública española, también como consecuencia de una consigna del PSOE para justificar el desastre de su política económica: la deuda pública española es inferior a la media europea de los 15. Muy cierto, pero no la deuda privada. Lo que caracteriza a España, también por mor de la burbuja inmobiliaria, es el sobreendeudamiento de las familias españolas, precisamente por la hipoteca, como consecuencia de unos precios de la vivienda que obligaban a la clase media y baja a endeudarse para los restos. Es ciero que la agencia Moody's nos ha mantenido la triple A, pero habla del riesgo del Estado, de la deuda pública, la privada no le interesa nada porque los particulares no emitimos, aunque pagamos interés como el que más.
No, no es el momento de aumentar impuestos, salvo los impuestos sobre la especulación. Y aún sería mejor bajar impuestos y mantener, y desglosar, los impuestos que gravan plusvalías.
Eulogio López
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