Impulsado por un laicismo extremista y con el objetivo de hacer guiños electorales al voto radical, Rodríguez Zapatero ha puesto en marcha un programa que choca con creencias muy arraigadas en la gran mayoría social.
En este caso, plantea de forma injustificable el aborto como un derecho de la mujer y prefiere ignorar que el nasciturus es un verdadero ser humano desde el momento mismo de la concepción, cuya eliminación choca frontalmente con el derecho a la vida.
Ni siquiera la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma aprobada en 1985 ha frenado las aspiraciones de un presidente del Gobierno que hace pagar a los más débiles e indefensos sus dogmas ideológicos y sus intereses partidistas.
Por ello cientos de miles de personas salieron el pasado día 7 de marzo a la calle, en Madrid, en Barcelona y en otras ciudades españolas y de otros países, en defensa de una causa justa. Pienso que es legítima la protesta que inundó de color rojo los espacios públicos, con pancartas y globos y en un ambiente festivo que desmiente el tópico falsamente progresista que atribuye actitudes oscuras y reaccionarias a quienes defienden la vida contra la muerte.
Jesús Martínez Madrid