El Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid acumula un buen conjunto de irregularidades. Existen partidas sin justificar, un informe de la intervención general de la Hacienda que todavía se desconoce, un informe de auditoría interna contundente y unos fondos de inversión de difícil justificación.
Además de todo eso, el funcionamiento del Consejo de la Juventud resulta difícil de calificar como democrático. Procedimientos asimétricos para aceptar la solicitud de nuevas asociaciones, ausencia de controles de ningún tipo. Todo, menos salud democrática. De verdad, de verdad, el Consejo de la Juventud es un chiringuito parapúblico que sirve para que las juventudes del PSOE, IU, UGT y CCOO se fogueen con cargo al presupuesto, para que vayan aprendiendo a vivir enchufados al dinero público.
La utilidad social es más que discutible. Pero ahí están, con funcionarios a su cargo y cerca de 200.000 euros de presupuesto. Y lo peor es que el director general de Juventud de la Comunidad de Madrid, Antonio González Terol no ha tenido el coraje de levantar el velo. Porque en el fondo tienen miedo de que les monten un follón. No son los suyos, jamás les van a votar, hacen campaña en su contra, utilizan el dinero que él aprueba, pero ahí está, firmando un presupuesto que podría dedicarse a otros menesteres. La derecha es así: cagona y ridícula.
¿Por qué no escucha Terol la cinta de la última Asamblea en la que un funcionario de la Comunidad de Madrid cuestiona la calidad democrática de Estados Unidos cuando alguien le pregunta sobre la democracia en Cuba? Le daría muchas pistas. Y sobre todo sería un argumento para ahogar económicamente una institución que no aporta valor añadido a nadie. Ah! Y por cierto, a los madrileños nos cuesta mucho ganar ese dinero que los políticos gastan alegremente en pagarles las fiestas a los chavales. Ya está bien.