¿Que dónde comienza el Nuevo Orden Mundial (NOM), cuyos mentores están empeñados en negar su existencia? Pues en Naciones Unidas, naturalmente.

Se me dirá que la ONU no tiene poder, que no es sino una convención mundial. Pues precisamente por eso. Tiene el mayor poder  que existe en un mundo poblado por presuntos animales racionales: el poder de la influencia, de las ideas, algunas de las cuales incluso pueden ser malas. Y la ONU representa el arquetipo de la convención: precisamente no vivimos la era de las conspiraciones sino otra más peligrosa: con la universalización del principio democrático -que es un principio estupendo- ya no vivimos la época de las  conspiraciones, sino la de los consensos.  Insisto: en la sociedad de la información el líder no es el conspirador que programa sino el que se pone a la cabeza de una manifestación cuyos principios han sido creados por Internet. Son dos métodos distintos y el que no los tenga en cuenta me temo que no se va a enterar de nada.

Noticias Globales informa de otro jalón del Nuevo Orden, al que ya nos referimos en Hispanidad días atrás: la subversión de los derechos humanos.

Los vectores de ese NOM son tres:

Odio a la Iglesia de Roma. La iglesia es la única institución que cree en que la verdad existe y en que el hombre la puede encontrar a la luz de la revelación y de la razón. Para el cristianismo, la razón es dogma de fe. Es decir, la vida tiene un sentido y es entonces inequívoco. Para el NOM, para la modernidad, la razón es diletante: cada cual tiene su opinión y cada opinión no vale ni más ni menos que otra, porque la verdad no existe o es inalcanzable. Concreción: el enemigo es aquel que "se siente en posesión de la verdad", lo que es tanto como decir: el enemigo es la verdad.

Odio a la raza humana: antinatalismo y sodomía. Desde Naciones Unidas, desde el NOM, se promociona no ya el aborto, sino la genofobia, o terror a engendrar, de las mujeres y la homosexualidad que es un camino cómodo para evitar la procreación y, por tanto, para reducir o anular la raza humana.

En tercer lugar, el NOM pretende el Estado servil. Es decir, propende a la esclavitud que imponen los mercados especulativos, en plata, el capitalismo financiero. Este capitalismo bursátil, el de los rescates y la puesta de la economía real al servicio de la especulación y el apalancamiento excesivo, son los culpables de la actual crisis económica. Pero el capitalismo financiero, mucho más peligroso que el socialismo, desvirtúa la propiedad privada, especialmente la propiedad privada individual y familiar: la pequeña propiedad privada, convertida en propiedad fiduciaria. Y el derecho a la propiedad privada garantiza la libertad. El ciudadano, con sus impuestos, da un cheque en blanco a los gobernantes, pues no decide a qué se dedica su dinero, lo deciden los gobiernos. El socio de una multinacional o el tenedor de una participación en fondos, tampoco decide dónde va su dinero: lo deciden los directivos de multinacionales o los intermediarios de la deuda pública... y ya sabemos a dónde nos han llevado.

En definitiva, la única alternativa a la  actual crisis es la doctrina social de la  Iglesia, a la que le gustan más los propietarios, los pequeños propietarios que los proletarios, hombres y familias libres que administran directamente su propiedad. Ni el Estado ni el mercado son jueces justos. El cristianismo se opone tanto a socialismo como al capitalismo, especialmente al capitalismo financiero.

El NOM es, por tanto, la negación de la verdad -y con ella la negación de Dios- la negación de la procreación -con ella de la raza humana- y la negación de la propiedad privada -y con ella de la libertad-. Por eso no le queda otro remedio que darle la vuelta a la Declaración de los Derechos del Hombre. Natural.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com