La coalición política la Izquierda Plural (Izquierda Unida-Los Verdes) ha manifestado su disconformidad con que el presidente del Congreso felicite en Twitter la Navidad con una ilustración del Portal de Belén, incluidos el buey y la mula, por entender que estas imágenes religiosas son impropias de un Estado laico, y que estas manifestaciones deben guardarse para la intimidad personal.
Para mí que esta coalición política hace poco honor a su denominación de plural, ni a los valores superiores que integran nuestro ordenamiento jurídico como el mismo pluralismo o la libertad, propios de un Estado democrático. Porque nuestra Constitución después del derecho fundamental a la vida, garantiza el derecho a la libertad ideológica y religiosa -más importante que la libertad de expresión-, sin que ello colisione con un Estado aconfesional o laico, que no laicista. Por lo tanto, ese empeño de fundamentalismo laicista denota poco respeto, tolerancia y sentido democrático con la libertad más profunda que tienen las personas, que son sus convicciones religiosas, como el cristianismo, que no tienen por qué molestar, máxime si se trata de uno de los pilares que conforman la historia y cultura de Occidente.
Quizá esta agrupación política pretenda algo tan imposible como que los signos y tradiciones que rodean a la Navidad -que etimológicamente es el apócope de Natividad, la de Cristo, claro- se silencien; o que se sustituya el belén por el árbol navideño, ignorando que en la iconografía cristiana éste representa la resurrección de Cristo; o que no se envíen christmas con símbolos cristianos, expresión anglosajona de Feliz Navidad o Felices Pascuas… Y es que los Reyes Magos, las estrellas, los pastores, Santa Claus, los mazapanes, el aguinaldo, el roscón, los villancicos, los regalos, las celebraciones familiares, e incluso el caganet, todo tiene un profundo sentido cristiano, y apunta al hecho histórico más importante de la historia de la humanidad: el Nacimiento de Cristo, y de ahí la explosión de júbilo y el origen de estas fiestas.
Nadie debería impedir a los demás manifestar públicamente sus convicciones religiosas o ideológicas, so capa de una falsa neutralidad, porque aunque estos callaran, gritarían las piedras.
Javier Pereda Pereda