La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, conocida como Ley Wert, ha pasado el trámite del Congreso sólo con los votos del PP.
Esta nueva Ley representa un avance en la medida que introduce elementos para reconocer el esfuerzo y el mérito, relegados en la actual legislación, y mejora las garantías del proceso de la calidad de la enseñanza.
Sin embargo, estos avances se quedan cortos. El PP ha revelado demasiados complejos a la hora de formular una concepción integral de la enseñanza hasta sus últimas consecuencias, ha estado demasiado pendiente del falso debate que han planteado la izquierda y los nacionalistas.
Es relevante la eliminación del adoctrinamiento estatal que suponía Educación para la Ciudadanía; se ha mejorado el estatus de la asignatura de Religión en Primaria y ESO, pero en Bachillerato no será de oferta obligada para los centros, lo que no respeta el derecho de los padres ni los Acuerdos Iglesia-Estado.
La ley Wert crea cierta perplejidad porque el PP, disponiendo de amplia mayoría absoluta, ha perdido la oportunidad de reformar a fondo el sistema. Se ha hecho demasiado poco a la hora de promover la libertad de los padres y la autonomía de los centros, así como en lo que se refiere a los contenidos fundamentales como las Humanidades.
Hubiera hecho falta una mayor garantía de la libertad lingüística y una concepción menos tecnocrática del currículum escolar. Habría hecho falta más dialogo y más decisión, que no son cosas contrapuestas.
Jesús Martínez Madrid