El curso político comenzará en septiembre inevitablemente condicionado por lo que ha dado de sí el mes de agosto. Y ahí nos encontraremos con tres cuestiones que han sobrevolado sobre otras y han marcado la actualidad. Desde el ámbito económico, todo está marcado por la débil recuperación de la zona euro y su posible impacto en España. Y desde el punto de vista político, los meandros que recorre la deriva soberanita catalana y el culebrón -bueno lo anterior también es un culebrón- del caso de los ERE en Andalucía.
De lo primero, el estancamiento europeo, lo hemos dicho casi todo. Alemania e Italia, a la baja, y parón en Francia. Las tres primeras economías europeas están así, en cuestión. El BCE aprovechará para seguir lanzando dardos sobre la necesidad de las reformas estructurales y analizará también este mes el impacto real de la crisis de Ucrania y la 'pupa' que está haciendo a la economía europea (en Alemania ha sido muy claro en el PIB del segundo trimestre) el bloqueo ruso a las exportaciones europeas.
La cuestión catalana seguirá en el candelero, cada vez más mezclada con las divergencias dentro de los nacionalistas antaño moderados (CiU), la presión creciente de Esquerra para que la consulta se realice sí o sí, y las 'picaduras' de pufo fiscal de Pujol. La Diada (11 de septiembre) está muy cerca para que todo estalle. Pero tomen nota: CiU se puede romper anegada en el debate sobre la legalidad o no del referéndum, cuestión en la que ERC -que se fue al monte hace años- se va a poner muy duro y va a poner en más de un aprieto a CiU. No se juega nada y sabe que le da votos.
El caso de los ERE de Andalucía, que ya está en el Tribunal Supremo, es un arma de doble filo. Es una oportunidad para Pedro Sánchez para hacer realidad aquello que prometió: "acabaré con la corrupción sin que me tiemble pulso". Pero choca inevitablemente con la realidad de la autonomía que más puede en el PSOE, la andaluza. Los sucesivos gobiernos socialistas en esa comunidad durante 35 años han dejado la estela de corrupción que han dejado. Sánchez lo puede ver a corto, medio y largo plazo. Pero tiene que solucionarlo. De lo contrario, tardará demasiado en ser una alternativa al Partido Popular.
Mariano Tomás
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