En tiempos de Franco, los falangistas se quejaban de los democristianos: A nosotros nos tocan cargos menudos, y a ellos ¡menudos cargos!

La verdad es que el Partido Popular elevó a la cúpula de la gran empresa española a un grupo de agentes de cambio y bolsa. Con alguna excepción, la mentalidad financiera se fusionó con la empresarial, y tengo para mí que eso no es bueno, porque se trata de un esquema que reproduce lo del dicho del gallego : Loisiño, los negocios hay que hacerlos sin dinero, porque si pones los cuartos puedes perderlos.

Esta es la diferencia que se vive en el duelo entre la constructora Sacyr y el banco BBVA. Es decir, industriales frente a financieros o, si lo prefieren, propietarios frente a gestores. Las personas que se sientan en el Consejo de Sacyr poseen más del 50% de la compañía. Los 16 consejeros del BBVA poseen un 0,06% de capital. Luis del Rivero, presidente de Sacyr y responsable primero de esta operación, afirma que la lógica del capitalismo consiste en algo tan sencillo como el viejo refrán español: El ojo del amo engorda al caballo. Y no le falta razón. Digámoslo de otro modo, para mí, el único consejero independiente que existe es Juan Abelló. No me cae simpático, que conste, porque siempre me ha parecido un señorito cortijero, pero se juega su dinero. Dicho de otra forma, pese a todas las comisiones Olivencia y códigos Aldama (o era al revés), ser independiente es ser independiente del presidente del Consejo. Abelló se juega su propio dinero y no está dispuesto a que le chulee ni el mismísimo Botín. De esta forma, por propio interés, se convierte en el mejor defensor del pequeño accionista y en celoso vigilante de la tecnoestructura, de los ejecutivos que, como Francisco González, en un quinquenio desde la fusión, ha acumulado ya un fondo de pensiones pagado por el banco que (a la espera de las cifras a 31 de diciembre) superaría los 35 millones de euros (a 31 de diciembre de 2003 era de 28,9). El adversario del consejero con dinero puede ser el trabajador, pero no tiene por qué serlo el cliente ni, desde luego, el pequeño inversor.

Más ejemplos. El mencionado Emilio Botín tampoco es una persona que me caiga simpática. Tiene mucha tendencia especulativa y aún más tendencia a sentirse por encima de la ley y dueño de vidas y haciendas. Sin embargo, se juega sus cuartos, y no está dispuesto a que le toreen. Para él, la persona que invierte en Santander Central Hispano es muy digna de tener en cuenta, porque es un compañero de fatigas. Más ejemplos: ¿Es lógico que Alfonso Cortina se lleve cerca de 20 millones de euros de Repsol YPF, por muy buena que haya sido su gestión? Y conste que lo ha sido. No, al gestor no le preocupan los accionistas, salvo en la Junta General, y esta se celebra una vez al año.  

Tampoco me cae simpático Rafael del Pino, ese personaje que llega a las fiestas pilotando su helicóptero negro. No me iría al fútbol con él, pero se juega sus cuartos y está dispuesto a defender a sus compañeros de inversión a costa de lo que sea. 

Pues bien, aquí Luis del Rivero se está jugando su dinero en la operación BBVA, mientras que Francisco González, presidente de esta entidad bancaria, lo que hace es defender su sueldo, su fondo de pensiones y sus prebendas, obtenidas no por ser propietario, sino por ser presidente. Es curioso, en todas aquellas empresas, como Ferrovial, con dueño, los gastos de los ejecutivos, las tarjetas, viajes, hoteles, etc, son mucho mas modestos que en aquellas otras, como el BBVA, donde el Consejo tiene menos títulos que muchos accionistas particulares. El pasado martes 21, tras el Consejo de Administración y la copa de Navidad con los directivos, Francisco González, presidente del BBVA, emitía un comunicado triunfal según el cual el grupo que apostaba por el BBVA dividía y empleaba el plural mayestático para advertir que la postura institucional del BBVA era contraria a la oferta: Es decir, la postura institucional es la del presidente, y viene marcada por sus intereses.

Lo que quiero decir es que a uno le puede gustar el sistema capitalista o no. A mí no me gusta. Me gusta la libertad de mercado, pero con pequeños operadores, a ser posible, propietarios. Ahora bien, si deben existir grandes empresas, al menos que, aunque sea en porcentajes mínimos, los accionistas se jueguen sus cuartos. Lo que no vale es funcionar siempre... con el dinero de los demás, porque ese es el cimiento de toda estafa.

Eulogio López