En la prensa catalana se leía el pasado domingo: "El Gobierno (de la Generalitat) adelanta el viaje a La Vegas para convencer a Adelson".
Parece que tanto el Gobierno de Comunidad de Madrid como el de la Generalitat de Cataluña muestran un gran interés por conseguir que se implante en su comunidad la "Ciudad del Juego". Después de leer ciertas opiniones y hablar con gente de diversos ambientes, los costes sociales son tales que en mi opinión no interesa.
Y es que uno de los mayores obstáculos al analizar el impacto de los grandes casinos es la dificultad para medir los costes sociales. Desde hace más de 15 años, el debate sobre el juego ha sido planteado frecuentemente en Estados Unidos. También en Canadá, el Canadian Consortium for Gambling Research ha estudiado a fondo la cuestión.
La posibilidad de convertirse en un vicioso del juego aumenta en más de un 75% si se vive a menos de diez millas de uno de estos casinos gigantes. También, que un 13% de los clientes habituales de estos casinos terminan por desarrollar ludopatía.
La relación del juego con el comportamiento delictivo parece bastante clara según la mayoría de los estudios. Si se estudia el impacto de la industria de los casinos en ciudades o estados concretos, los resultados son igualmente reveladores. El estado de Nevada, donde se encuentra Las Vegas, tiene la mayor tasa de desempleo de Estados Unidos, es el estado con más ejecuciones hipotecarias por viviendas y detenta una de las tasas de criminalidad más altas. En Atlantic City (Nueva Jersey), los suicidios aumentaron abruptamente coincidiendo con la apertura de varios macrocasinos.
El informe de la NGISC no hace un cálculo global entre beneficios económicos y costes sociales de los casinos, pero lo han intentado otros investigadores. Los autores del estudio Business profitability versus social profitability, dos profesores de economía de las universidades de Illinois y Georgia, estiman que los costes sociales de la industria del casino son 1,9 veces mayores a los beneficios económicos que producen. Ante esta serie de problemas debidos al juego, a la pregunta ¿interesa realmente?, personalmente respondo, no.
Jesús Domingo Martínez