Sr. Director:

Etapa gloriosa de la Iglesia española del siglo XX, cuando, entre los años 34 y 37, una multitud de cristianos españoles (unos 10.000) ofrendaron a Dios su vida por su fe.

Ni en la Roma del Imperio hubo tantos mártires. ¿Pedirán, algún día, perdón por tan horrible holocausto? Mal augurio cuando del mal no hay arrepentimiento. Ahora, el Papa Benedicto XVI beatificará, en Roma, a casi quinientos mártires (498) de la persecución religiosa en España durante la 2ª República (la más numerosa de las beatificaciones de la historia, será sorprendente el número de peregrinos).

Los mataron sólo por su fe en Cristo y su pertenencia a la Iglesia. ¿Cómo fue? Se desató, en nuestra tierra, el odio contra Cristo y su Iglesia y un grupo de incontrolados comunistas, socialistas y republicanos, aprovechando la pasividad de unos gobernantes irresponsables y ajenos a un recto sentido y sentimiento de justicia, procedieron al saqueo, robo, profanación y quema de iglesias y a la matanza de católicos (Unamuno, rector de la universidad de Salamanca, protestó; pero ni caso). Procedían, los mártires, de cualquier clase social y de ninguna casta política: sólo eran fieles servidores del Evangelio; entre ellos, una humilde costurera y un pobre gitano, el Pelé.

Fueron asesinados por motivos religiosos: 13 obispos, 4.184 sacerdotes diocesanos, 2.365 religiosos (el 12% del total), 283 monjas y más de tres mil seglares por testimoniar su fe (algunos por llevar el rosario o una medalla).

¡Horrible!: al Beato Florentino, vallisoletano, obispo fusilado en Barbastro, lo hicieron pedazos. Admirable: un obispo, moribundo tras ser fusilado en el cementerio, bendice a sus asesinos y una bala le atraviesa la mano. ¿Cabe mayor amor en el uno y mayor ceguera y odio infernal en el otro?

En ellos se cumplieron las palabras de Cristo en el Evangelio: "No es el discípulo mayor que su maestro; si a Mí me persiguieron, a vosotros también". Se dieron cuenta de que "no tenemos que temer al que puede matar el cuerpo", que quien por Cristo dé la vida, "la encontrará".

Estoy segura de que hoy, si la fiera volviera a revolverse en nuestro país, muchísimos cristianos españoles estarían dispuestos a cubrirse de púrpura para presentarse así ante "el trono del Cordero Inmaculado". Me encanta la letra y la música del himno joven compuesto por Luis Alfredo Díaz para la ocasión, titulado "Como los mártires": "Fijaron sus ojos en Cristo… Sabían de quién se fiaban… Llevaban los ojos vendados, atados de manos y pies y el corazón, palpitante, henchido de amor y de fe… Como los mártires de tierra hispana, nuestros hermanos, queremos ser (...)". No debemos olvidarlos. Ahora es una ocasión de oro para buscar su intercesión.

Josefa Romo

josefaromo@gmail.com