Sr. Director:
¿En verdad estamos en un estado aconfesional o estamos en un estado anti-católico? Por lo que la experiencia diaria nos hace ver, quizá debiéramos inclinarnos por la segunda opción.
Cuando Azaña expulsó a las órdenes religiosas de la enseñanza (Constitución de 9/12/1931) me temo que pocas o ninguna otra religión estaba implantada en España, al menos de una forma pública; en todo caso, como sucedía con la masonería, actuarían de una forma minoritaria y solapada, más bien como instituciones de tipo privado. Entonces no cupo ninguna duda de que la medida estaba directamente dirigida al clero católico como se encargó de proclamar el propio don Manuel al decir: "España ha dejado de ser católica".
Sin embargo, desde que el Gobierno socialista, dirigido por el señor Rodríguez Zapatero, se hizo cargo de la nación española las cargas de profundidad contra la Iglesia católica se han ido sucediendo no precisamente porque esta significara un obstáculo para lo dispuesto en la Constitución de 1978, que no lo ha sido en ningún caso ni tampoco ha pretendido serlo, sino porque, como ya sucedió en los años treinta, la doctrina impartida por dicha religión choca frontalmente con el relativismo materialista que forma parte de la ideología neo marxista del señor ZP, que le lleva a considerar como un enemigo político más a la religión católica, representada por la comunidad religiosa de católicos, tanto en la representación de sus jerarquías como en el conjunto de los fieles. Sus ataques directos a la familia tradicional; su empeño en equiparar el homosexualismo con el heterosexualismo hasta el punto de designar como "matrimonio" la unión entre hombres o entre mujeres; no han tenido otro objetivo que minar el concepto secular de familia cristiana. Hay que dejar constancia que, para la Iglesia católica y cristiana uno de los pecados que "claman contra el Cielo" es la sodomía y así se deja constancia en las Escrituras. Otro tanto ocurrió con la aprobación del aborto indiscriminado, ley que permite a cualquier mujer que lo desee abortar dentro de un plazo en el cual el feto ya tiene vida propia, y la última de las hazañas: el trágala de la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
El empeño que han puesto los socialistas en transmutar el término "aconfesional" que es como define al Estado español la Constitución de 1978, por el de laico o "laicista", no es más que una trampa para hacer creer a los ciudadanos que el Estado debe ser garante de que la ciudadanía fije toda su ética en las consignas que emanen de las leyes civiles y, por tanto, de las corrientes idealistas que decida imponer el Ejecutivo -en el caso que nos ocupa: del socialismo- de ahí su empeño en introducir su doctrina relativista y materialista, representada por la asignatura "Educación para la Ciudadanía", en las escuelas, semillero de las nuevas generaciones, con el fin de adoctrinar desde la niñez a los nuevos ciudadanos como garantía de que su formación les conduzca al oasis socialista. Poca diferencia con las famosas Napolas (Institutos de Educación Política Nacional) de Himmler, donde se educaba en el nacionalsocialismo a los niños alemanes, los Jungmmanen; quienes -como ahora sucede en las ikastolas vascas, las galescolas gallegas o las escuelas integristas catalanas, en las que se obliga al alumnado a hablar en catalán, incluso en los recreos-, aparte de ser instruidos en las asignaturas normales, recibían un lavado de cerebro por medio del cual se les imbuían las doctrinas nazis promocionadas por el gran chamán del partido, Adolf Hitler.
Además de violar la Constitución -cosa de la que, al parecer, ningún miembro del Gobierno se ha percatado ni tan siquiera el inefable ministro de Justicia que lo único que se le ocurre decir ante el último atentado de ETA es que "estaremos muy atentos". ¡Menos mal, porque hasta ahora ha estado en Babia!, donde se expresa con diafanidad el derecho exclusivo de los padres para educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones morales; pretenden suplantarlos para crear este nuevo nazismo, sólo que, en esta ocasión, destinado a formar clones similares a aquellos que se cargaron la República de 1931 y de los que desataron, con sus crímenes, robos y torturas, la Guerra Civil.
Pero observen la diferencia. Con el Islam están como un guante. Permiten la invasión de cayucos, no sólo en Canarias, sino también en Andalucía y hasta en Alicante; consienten que creen cédulas de reclutamiento de terroristas; permiten que impongan sus símbolos en las escuelas, incluso imponiendo a sus directores la obligación de admitir a alumnas con el velo islámico contraviniendo las normas de la institución. A mi se me ocurre preguntar si estarían tan solícitos si un alumno se presentara vestido de monaguillo o llevando un rosario colgado del cuello ¿Obligarían al centro a admitirlo? Me temo que no a la vista de la permisividad que han demostrado tener con programas de televisión como el dirigido por el, recientemente metido a político, señor Xavier Sardá, Crónicas Marcianas, donde se hacia mofa y befa de los católicos y se permitía a conocidos homosexuales exhibir sus pocos atractivos traseros. ¡Magnífico ejemplo del respeto a los sentimientos de parte de la población y estupendo ejemplo para los niños! Y es que señores, la fobia, el odio y la malquerencia los tienen fijados en la Iglesia Católica, que es el enemigo a batir. Claro que también conviene estar bien con el Rey de Marruecos y, por otra parte, saben que los musulmanes no se andan con chiquitas cuando se trata de su religión y esto lo saben bien los de la farándula que no se atreven, ni por asomo, a hacer ninguno de sus chistes de mal gusto contra el Islam.
Si una niña no quiere comer cerdo porque su religión se lo prohíbe, falta a clase y no pasa nada; si otra quiere llevar velo, a pesar de que su religión no se lo exige, no pasa nada y se obliga a los colegios a pasar por el aro. ¿Es eso un Estado aconfesional? ¿Desde cuándo las leyes civiles y los reglamentos escolares deben de ser postergados en un Estado aconfesional, que no laico, para plegarse a los ritos o símbolos religiosos? ¿Qué clase de laicismo es éste, señores socialistas o debiera decir nacionalsocialistas? Los dados deben rodar lo mismo para todos, sin trampas ni contrapesos; porque un día, si se sigue con esta permisividad, cada escuela se puede convertir en un muestrario de atavíos religiosos. Aunque todo es mejor que una nueva generación de nazis socialistas.
Miguel Massanet Bosch
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