He leído en algunos medios autoconsiderados laicistas, a autores que se autodenominan ateos, profundos ataques contra la Iglesia católica por los indudables hechos de abusos sexuales.
Aún teniendo en cuenta que estos hechos son graves, pienso que es lamentable que, a propósito del caso de Irlanda y otros, se haya desatado una injusta campaña contra la Iglesia por parte de sectores laicistas que pretenden identificar a la Institución con el comportamiento de algunos sacerdotes o que arremeten contra el celibato sacerdotal, como si existiera una supuesta relación de causa y efecto con los abusos a menores.
Tengo la sensación que muchos portavoces de esta campaña actúan de mala fe y, en este sentido, la respuesta concluyente de Benedicto XVI deja sin argumento a los pescadores en río revuelto. Por desgracia, abusar de los más débiles e indefensos es una conducta que arraiga en determinados ámbitos sociales en relación con una ideología materialista que resulta especialmente criticable entre personas que han consagrado su vida al servicio de la fe.
Los responsables deben pagar rigurosamente sus culpas en los ámbitos civil y eclesiástico. Sin embargo, resulta intolerable que se utilicen casos singulares como un arma arrojadiza contra la Iglesia y contra los creyentes. Los católicos congruentes estamos dispuestos a sufrirlos, pero por favor, Srs. escritores, sean coherentes y no saque de madre las cosas por intereses ideológicos.
Jesús D Mez Madrid