Hay que reconocer que la ideología de género, es decir, el lobby feminista, ha logrado un gran éxito, para desgracia de mujeres y hombres. Vivimos en la tiranía feminista, que se impone, como toda tiranía, con toda la fuerza del Estado. Todo totalitarismo se impone tras una guerra y hay que reconocer que las feministas están ganando la guerra cultural y ahora buscan, sencillamente, la destrucción de su enemigo: el pérfido varón. No olvidemos que feminismo es lesbianismo. Se trata de la batalla más estúpida que vieron los siglos, la que libra media humanidad contra la otra media. Y claro, esa victoria no hubiera sido posible si no fuera porque muchas mujeres razonables se han inoculado del virus feminista y están dispuestas a aceptar todas las majaderías del lobby, empezando por la cultura de la queja eterna: ¡Qué pelmas!
Y esa batalla, me cuesta decirlo, no se hubiera producido si no operara sobre una mujer como la actual, que atraviesa una crisis aún mayor que la del hombre. Es una crisis de desamor. Hay demasiadas mujeres desamoradas, por desamoradas, degeneradas; por degeneradas, desquiciadas.
Tiranía es igual a mentira. De entrada, el lobby miente con las con las cifras. Por ejemplo, doña Ana Pastor, directora de los Desayunos de RTVE nos ha saludado esta mañana con una alegato, muy sentido, contra la violencia machista, con una cifra mágica: una de cada tres mujeres en el mundo sufre violencia machista. Es decir, estaríamos hablando de aproximadamente 2.700 millones dividido por dos: 1.350 millones de mujeres maltratadas. ¿Muchas, ¿no?
En España, que debemos ser los más feministas de todos, han sido asesinadas a manos de sus parejas 54 mujeres en lo que va de año. Durante ese mismo periodo, 100.000 niños habrán sido asesinados por sus madres antes de nacer, y hablo sólo de abortos quirúrgicos. Es decir, violencia feminista. Sé que el hombre también es responsable, incuso inductor, en muchos de esos abortos, pero la magnitud entre una y otra cifra da que pensar.
Por otra parte, el feminismo considera que la mujer es tonta. De otro modo, no se entiende que hable de violencia física. ¿Por qué el hombre adulto ejerce más violencia sobre la mujer adulta que ésta sobre aquél? Pues porque es más fuerte, y donde muere el amor surge la violencia. Sin embargo, si hablamos de violencia psicológica, me temo que las víctimas varones serían más numerosas que las mujeres.
Lo son de hecho: con la combinación letal de tres normas del Zapaterismo: divorcio exprés, Ley contra la violencia de género y Ley de Igualdad, el Estado ejerce violencia psicológica y física contra el varón. Zapatero se autocalificaba de feminista. Y tenía razón: de hecho siempre he pensado que todavía hay algo más tonto que un obrero de derechas. Un hombre feminista. Conclusión: miles de mujeres de parejas rotas mienten como bellacas ante el juez -mejor, jueza-, aseguran que su pareja les pegaba y consiguen robarle a sus hijos, su patrimonio y meterles en chirona. La venganza perfecta y con cargo al Estado: mentira y tiranía.
La tiranía feminista conlleva el correspondiente lavado de cerebro, naturalmente. Tanto la campaña de la Comunidad de Madrid como el estudio de la Federación de Mujeres Progresistas (¿progresistas y mujeres? ¡Pero si el progresismo es lo que ha cosificado a la mujer!), están demonizando al varón: ¡Qué sabrosura!, pensarán las chicas del Lobby. En la encuesta se rasgan las vestiduras ante las cámaras porque un 54% de los adolescentes de 14 años aseguran que la chica debe dar satisfacción al novio. Bueno, lo que diga un adolescente, o adolescenta, no debe ser tenido en cuenta porque a esa edad son como las feministas adultas: ni ellos mismos se aclaran. Ahora bien, el sustrato ¡es cierto! Por supuesto que en una pareja comprometida, es decir, entregada, la mujer debe dar toda la satisfacción razonable al hombre... y el hombre a la mujer. A ver si nos entendemos: el amor entre hombres y mujeres consiste en entregarse al otro: el hombre pertenece a la mujer y la mujer al hombre porque ambos se han otorgado libremente. Y si no, pues no es amor, es utilización mutua. Juan Pablo II dio en la diana cuando resumió la relación de pareja como "sumisión recíproca".
Otra conclusión muy resaltada por las feministas de izquierdas y de derechas es que la violencia machista comienza cuando te dicen cómo debes vestir o con quién andas. La verdad es que la historia de la mayor parte de los matrimonios es la inversa: llevo 28 años de matrimonio vistiendo como me dice mi mujer y me parece muy lógico: soy suyo. Curiosamente, ella viste como le da la gana porque considera que tengo muy poco gusto. En cualquier caso, ¿de verdad es eso violencia? A lo mejor soy masoca sin saberlo.
Hombre y mujer son radicalmente distintos y, por ello, maravillosamente complementarios. Él debe evitar la violencia machista y ella la violencia feminista. Es hora de firmar el armisticio de esta estúpida guerra y de esta enorme mentira. Pero, por el momento, me preocupa mucho más el virus feminista, pues resulta mucho más letal.
Necesitamos un día mundial contra la violencia feminista.
Eulogio López
eulogio@hispandiad.com