La pérdida del matrimonio y de la familia es un caldo de cultivo para la violencia contra las mujeres.
Una afirmación apoyada por un esclarecedor estudio del Instituto de Política Familiar, cuyos datos no tienen vuelta de hoja: por cada denuncia de violencia en el seno de los matrimonios, son diez las que se presentan entre las llamadas parejas sentimentales y es mayor aún la diferencia registrada en el caso de los homicidios, de los que España ostenta un triste record a pesar de una de las leyes estrella del Gobierno. El dato es suficientemente revelador para que monseñor Reig Pla pueda afirmar, con toda razón, que el matrimonio es un auténtico antídoto contra la violencia.
Lo que ocurre es que la izquierda radical está empeñada en desacreditar la institución familiar y el matrimonio, que forman parte del patrimonio espiritual y moral de la sociedad española. Cayo Lara demuestra algo más que ignorancia al no reconocer que ha sido el cristianismo quien ha educado y establecido la igual dignidad de hombre y mujer en nuestra cultura, así como el valor sagrado de toda vida humana.
Por desgracia esta ceguera se extiende, de ahí la necesidad de que un testimonio público del valor de la familia basada en el matrimonio, un testimonio lleno de racionalidad y belleza, ofrecido con alegría y humildad a los hombres de nuestro tiempo.
Enric Barrull Casals