La verdad se explica en pocas palabras pero la mentira exige frases largas. Sin ir más lejos, reparen en la siguiente joya. Está sacada de un editorial del diario El País referente a los incendios en Galicia publicado el domingo 13: Las características de los incendios de este año (proximidad a zonas habitadas, etcétera) podrían quizá dar verosimilitud a la teoría de la conspiración destinada a desestabilizar y desacreditar al nuevo Gobierno gallego.
Es decir, que no estamos seguros de que detrás de los incendios gallegos esté el Partido Popular pero hay motivos para sospechar que sí. No podemos demostrar que la teoría de la conspiración de la derecha cavernícola contra Zapatero sea verdad pero he sabido que no todo lo que es verdad es demostrable.
Pero hombre, si la acomplejada y aborregada derecha española es incapaz de diseñar el terrible arbolicidio y homicidio- que ha asolado Galicia ¿Se imaginan ustedes a don Mariano coordinando a todo un equipo de pirómanos actuando con desgraciada eficiencia desde la Costa de la Muerte hasta Bayona? Porque el argumento de El País, y de los ministros Rubalcaba y Narbona, no sólo da el paso desde la casualidad, que desgraciadamente repugna la lógica, hasta el delito organizado sino que da un paso más: el Vito Corleone del tal delito organizado es el Partido Popular. Y ese paso además de irracional supone una canallada miserable. No es de extrañar que Rajoy haya pedido la dimisión de Cristina Narbona aunque su petición no sirva para nada.
Pero al plato le faltaba un hervor, a la tarta una guinda, faltaba el inefable fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido. Todo presidente de Gobierno sueña con un fiscal como D. Cándido, válido para un roto o un descosido. Todos sabemos que los fiscales trabajan para el Gobierno de turno pero ninguno ha sido capaz de hacerlo con la desvergüenza del actual. D. Cándido se merece lo que tanto anhela: la Presidencia del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. Ha retorcido la ley como una viruta hasta conseguir que ETA- Batasuna se adueñe - otra vez- de la calle en el País Vasco. Y de fiscal del Gobierno ha pasado a defensor de los intereses de Arnaldo Otegi. Recuerden la máxima de Zapatero : por la paz en Euskadi se puede sacrificar todo salvo su Presidencia del Gobierno. Así que D. Cándido está empeñado en descubrir o dar a entender que detrás de los incendios de Galicia está el PP. Y cuando la Fiscalía se empeña en demostrar algo, con el apoyo de las Fuerzas de Seguridad apoyadas por el Gobierno, no lo duden que se conseguirá. Desde luego no se va a poder probar ante un Tribunal, pero ante el tribunal de la opinión pública no se juega con pruebas sino con apariencias. En el mundo de la imagen las cosas no son lo que son sino lo que parecen, y la imagen de un Rajoy antorcha en mano quemando los montes de su pueblo ya pulula por algunas mentes recalentadas por los editoriales de El País y por los argumentos de autoridad de Rubalcaba, Narbona y, como no, Conde Pumpido.
Y no olvidemos un detalle importante en la figura del Fiscal General: sabe que sus jefes son Zapatero y Polanco, pero descuida al de la otra trinchera, que no es el precitado Mariano Rajoy sino el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez. Al igual que ZP, D. Cándido está convencido que a Pedro J. hay que matarle a besos. De ahí las escasas críticas que verán en El Mundo a la figura de D. Cándido. El pacto consiste en que D. Cándido facilite información al diario de Pedro J. que vive, como todo el mundo sabe, de la exclusiva.
Qué distintos eran los editoriales de El País cuando el desastre del Prestige, una fruslería comparada con la tormenta de fuego que ha laminado Galicia y que ha provocado al menos cuatro muertes. Fue entonces cuando surgió la plataforma Nunca Máis, que con un civismo que asombraría al mismísimo Álvaro Cunqueiro ya se ha encargado de concluir lo que las frases largas de El País sólo se atreven a insinuar: que el pirómano es Rajoy.
Eulogio López