Aunque todavía no se conocen los detalles de la reforma fiscal, el Instituto de Estudios Económicos (IEE) valora positivamente la reforma del impuesto de sociedades anunciada por el gobierno. Si finalmente se mantienen las deducciones por reinversión y de I D, la reforma será muy positiva, señaló el director de estudios, Gregorio Izquierdo, quien matiza que no obstante, la competencia fiscal de los países del Este habría hecho recomendable una reforma mucho más agresiva.
En cambio, la valoración de la reforma del IRPF es que se trata de una reforma de mucho menor calado. Critican el lastre de elevar la tributación de las plusvalías del 15 al 18% y el endurecimiento de los planes de pensiones, pero aplauden que el tipo máximo baje del 45 al 43%. No obstante, recuerdan a Hispanidad que la fiscalidad óptima, según la doctrina Laffer, situaría el tipo máximo del IRPF en el 40% y de sociedades en el 25%.
Por lo demás, el IEE ha vuelto a reiterar las mismas recetas liberales de siempre: control salarial para evitar los efectos de doble vuelta, reformas estructurales, extensión del despido de 33 años a todos los contratos, alargamiento del período de calculo de las pensiones a toda la vida laboral y recorte de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social. Nada nuevo bajo el sol.
No se termina de explicar por qué los salarios deben de contenerse cuando los beneficios empresariales crecen por encima de los dos dígitos. Y no se trata de los balances del Banco de España, como apunta Izquierdo, sino de los datos que se desprenden de la recaudación por impuesto de sociedades. Ni la economía española adolece de falta de competitividad ni hay un problema por el repunte salarial. Si que existe en cambio un problema en el empleo. En efecto, según apunta el IEE, el empleo nacional está empezando a descender. O dicho de otra forma: sólo somos capaces de crear empleo precario, poco cualificado y barato destinado principalmente a la población inmigrante: agricultura, hostelería, construcción y empleadas de hogar.