En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la vicepresidenta De la Vega ha vuelto a insistir en eso tan manido de que el proceso es largo, duro y difícil. Pero ha dicho algo más: tras 40 años de terrorismo, no nos vamos a dejar presionar por el calendario. Es decir, el Gobierno analizará, comprobará, se cerciorará de la voluntad de ETA de abandonar las armas y ese proceso puede ser de unos días, unas semanas o incluso meses. Es decir, el gobierno levanta el pie del acelerador.
Sosiego y fortaleza es la autocalificación de De la Vega de la actitud del Gobierno. Por si fuera poco, fuentes de Moncloa confirman a este diario que si al final de ese proceso de comprobación ya no dicen verificación- el resultado es negativo, suspenderán el proceso.
En todo caso, De la Vega aclara que un proceso es un proceso. Debe entenderse que es un proceso continuo, aunque haya baches. ¿Qué es un proceso?, pregunta la vice a Hispanidad. ¿La línea que existe entre el punto de origen y el de destino?, le preguntamos. ¡Suspenso!. No era eso. Pero el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, secuestra a la vicepresidenta y le impide aclarar a este diario qué diablos debe entenderse por proceso. Pero debemos de entender que el proceso no se suspende porque es un continuo, aunque puede tener picos de altas y bajas e incluso velocidad más lenta.