No contento con el último especial de Latre emitido en Semana Santa que parodiaba la vida de Jesús, Javier Sardá pidió ayer entre risas y a la vez que se emitían los esfuerzos estériles del Papa por hablar, que los católicos no dejen que una persona aparezca de esa manera, eso sí, únicamente por consideración aunque no se sabe hacia quien, si hacia el propio Pontífice o porque a él le da asco.
Quizá le da miedo pensar que todo se acaba y que el paso del tiempo no perdona a nadie. También su éxito se esfumará y probablemente no queden de él más recordatorios que los programas de televisión que se hacen para recordar a viejas glorias de la caja tonta. No ocurrirá lo mismo con Juan Pablo II que con total seguridad pasará, además de a mejor vida, a los anales de la Historia.
Sardá, como decía Martínez Camino en sus últimas declaraciones a los medios: "Más allá de la juventud, más allá de la salud, más allá de la belleza o fortaleza física está la Esperanza".

Álvaro Lucas Lerga
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