Desconozco si el diputado socialista Victoriano Mayoral, el mayor comecuras de la cuadra -bueno, escudería- socialista es un cura que colgó los hábitos. Podría serlo, sin duda, porque, si no hay nadie más clerical que los comecuras, nadie más comecuras que los ex, los rebotados. Victoriano ha puesto en marcha la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular, una ONG, es decir, un organismo identificado por unas siglas en las que sobra la letra "n" y que, como su mismo nombre indica, vive del dinero público, o sea, de las subvenciones, es decir, del dinero de los demás: nada más gubernamental que una ONG.

El diario ABC, desarrolla una información que, por cierto, aún siendo portada del ABC, el tercer diario nacional, no figura en el resumen de noticias que realizó La Moncloa el mismo sábado. Y no se crean que es un resumen subjetivo y manipulado. Por el contrario, se publican en él informaciones antigubernamentales, pero, casualmente, ésta, la anticlerical, han preferido esconderla: asoma en el residuo final,  de la sección Nacional, bajo el epígrafe Otras Noticias.

Quizás lo más grave es que la Administración central, como ya explicara Hispanidad, tampoco ha sentido pudor al financiar a Victorino.

Viene a reafirmar lo que algunos repetimos, al parecer sin mucho éxito, desde hace años: la izquierda no odia a la derecha, ni la derecha odia a la izquierda, una décima parte de lo que ambas odian al Cristianismo.

Victorino es el alma de Educación para La Ciudadanía y del alma laicista del Zapatismo, Por ello, ha recibido millones de euros en subvenciones por parte de ayuntamientos progresistas, y también del PP. Por ejemplo, del Ayuntamiento de Madrid, don Alberto Ruiz-Gallardón, lo mismo le entrega a Victorino 4 millones de euros para fastidiar a la Iglesia que le besa la mano al primer cardenal que se encuentra cerca. Es un hombre versátil, polifacético y pluralista.

Victorino recuerda las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, dos padres del progresismo hispano. Estos dos muchachos no se conformaron con desahuciar a los curas sino que decidieron quedarse con una porción de sus posesiones, más que nada para servir de ejemplo el pueblo.

Madoz subastaba terrenos a sociedades donde él mismo y sus compañeros de partidos -todos progresistas de fe firme- participaban, más que nada para que la riqueza del clero no cayera en manos reaccionarias.

Victorino se conforma con recibir millones de eso en subvenciones para luchar contra la superstición del pueblo, y las tinieblas medievales que oscurecen las mentes.

En cualquier caso, el anticlericalismo siempre ha resultado muy rentable. En el siglo XIX y en el XXI.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com