Tras el fracaso del primer intento de venta

Spanair tiene encima de la mesa un ERE de 1.200 trabajadores y una renovación de la flota pendiente. El problema del plan de viabilidad es que debe de operar sobre una marca que está gafada. Máxime cuando tras el accidente se suceden los incidentes como el que obligó al Barcelona-Lanzarote hacer escala en Málaga. A la gente le ha entrado pánico y psicosis de volar con Spanair. Así que aunque ni el Gobierno ni la empresa han dicho nada, probablemente no existe otra salida que la venta ordenada de la compañía.

Vender la empresa resulta tarea imposible. En primer lugar porque el primer proceso de venta resultó fracasado. Pero es que ahora, la marca no sólo vale cero, sino que está gafada, tiene un valor negativo. O dicho de otra manera: no existe fondo de comercio. Si existen en cambio aviones y rutas, sus dos únicos activos. Y estos son los que la sueca SAS podría poner a la venta para tratar de ‘desfacer' en entuerto. Y no parece que haya otra salida empresarial para una compañía tocada. Como señalaba el responsable del Sepla en Spanair: "a perro flaco, todo son pulgas". Todos -empresa y sindicatos- insisten en no mezclar el accidente con la situación laboral y económica de la empresa. Pero las consecuencias son inevitables. Y todos, empresa y trabajadores, lo saben.