La película de Roland Joffé sobre el fundador del Opus Dei proporciona la primera imagen no sectaria acerca de la Guerra Civil, la que nunca exhibe el cine español. Por ejemplo, las matanzas de cristianos durante la II República. Joffé es agnóstico y de izquierdas, pero es británico

Vengo de ver la película Encontrarás dragones, acerca del fundador del Opus Dei y la Guerra Civil: me he quedo impresionado. Ha tenido que venir un británico, agnóstico de y de izquierdas, por más señas, para contar la primera historia no sectaria sobre la II República y la Guerra Civil española.

Este inglés, guionista y director de la cinta, no ha tenido ningún problema en aceptar la propuesta de productores de la Obra y en describir las matanzas y la persecución de sacerdotes y católicos durante la democracia republicana.

Ya he dicho en otras ocasiones que hoy viviríamos aún en el régimen republicano y los gobiernos republicanos hubieran dejado en paz la fé de los católicos, que entones era fé vivida. Y no hablamos de los asesinatos de religiosos y laicos una vez comenzada la contienda sino antes, durante la democracia republicana.

Toda la fuerza moral de la izquierda española de aquel entonces, su presunta búsqueda de la justicia social, noble objetivo, quedó al descubierto por su Cristofobia. La escena del asesinato de un sacerdote de un tiro en la nuca, en plena calle, y los golpes y escupitajos al cadáver por parte de los milicianos, unos pocos segundos, define toda la década de los 30 en España y toda la historia posterior del país.

Nunca, ningún cineasta español, los amigos de la izquierda progre, sostenes del Zapaterismo ideológico, ha sido capaz de reconocer, 36 años después de la muerte de Franco, lo obvio, ha sido capaz de grabar esa escena.

El cine español se ha dedicado a falsear la historia intentando ganar en el celuloide la guerra que perdió, que perdió por su anticlericalismo rabioso. La República no se enfrentaba al fascismo ni a los ricos: se enfrentaba a Cristo.

Ha tenido que venir un inglés para enseñarnos ecuanimidad a los españoles.

El resto me importa menos. Joffé ha cantado las excelencias de los brigadistas internacionales, ha resumido de forma somera, sólo eso, el mensaje de San José María Escrivá, y supongo que los historiadores tendrán algo que decir sobre el relato de la contienda del 36.

Peor nos ha dado a los españoles una lección que Manuel Azaña trató de enseñarnos, pero sólo al final de su vida cuando ya no podía remediar el mal que permitió e incluso alentó: paz, piedad y perdón. Es el mismo mensaje que más tarde lanzaría Juan Pablo II, que algo sabía de violencias: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. Sólo falta añadir: y no hay perdón sin arrepentimiento.  

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com