Sí, nuestra noticia de la edición de ayer era una broma del Día de los Inocentes. Los jueces Baltasar Garzón y Gómez Bermúdez no trabajarán en el Santander, ni Emilio Botín ha fichado a Juan Luis Cebrián y Pedro J. Ramírez como portavoces del banco, ni Felipe González y José María Aznar presidirán un consejo de notables del Grupo.
Sí, era broma, pero lo curioso es que algunos compañeros de profesión y muchos lectores no se sintieron asombrados. Quizás sorprendidos, pero no asombrados. Insisto : el único personaje que en España concita los parabienes conjuntos de jueces conservadores (¿qué es eso?), jueces progresistas (¿qué es eso?), del PSOE y del PP, de Felipe González y de José María Aznar, de El País y de El Mundo, del periódicos filosocialista y del rotativo filopopulista es natural de Santander y se llama Emilio Botín (buen nombre para un banquero).
¿Por qué será?
Por cierto, muy desangelada la información de broma, estupenda tradición que no debería perderse, y que clarifica nuestros tópicos, al menos una vez por año. Tanto es así, que muchos pensamos que la inocentada del día era el nombramiento de Sánchez Drago como director del informativo nocturno de Telemadrid pero resultó que no era inocentada, que iba en serio
La prensa se está volviendo, tan, tan seria que aburre a un difunto. Ahora se confunde verdad con rigor, dos conceptos bien alejados, porque la verdad siempre es rigurosa, pero el rigor no tiene por qué ser cierto. Es más, las grandes mentiras suelen venderse envueltas en halos de profunda exactitud matemática. La verdad suele ser rigurosa, peor no matemáticamente rigurosa. Porque la verdad es objetiva, pero exige mucha subjetividad, y mucha ecuanimidad, en quien la trasmite. Si la transmisión es objetiva el receptor no se entera de nada. La verdad es objetiva, los hechos también, pero la comunicación, el periodismo, ni pueden ni deben serlo.