Esperanza Aguirre se ha convertido en el blanco del PSOE y de sus medios afines, en particular de RTVE, por exigir a los maestros y profesores de los centros públicos 20 horas lectivas a la semana en lugar de 18.

Pero como son funcionarios, los profes públicos tienden a comportarse como funcionarios y no les gusta demasiado trabajar. Naturalmente se adornan bajo el manto de la defensa de la enseñanza pública y de sus derechos adquiridos. Naturalmente cobran más y trabajan menos que los profesores de la privada.

Pero lo más sorprendente es que la cúpula del Partido Popular no ha cerrado filas con Esperanza Aguirre. Es otro reflejo del centro-reformismo, movimiento que inventó el acomplejado José María Aznar y que ahora repite el acomplejado Mariano Rajoy.

Si el PP careciera de complejos iría directo a la defensa de la libertad enseñanza que es el cheque escolar. Y tampoco entraría en la defensa de la escuela pública porque nada más público que la escuela privada, la favorita de la inmensa mayoría de los españoles.

En el campo de la Administración de justicia, también se dejan ver los complejos peperos. Si un sector ha sabido controlar el PSOE es éste: la Administración de justicia. Con el caso Faisán ha demostrado que el juez Gómez Bermúdez ha dejado atrás, muy atrás, a Baltasar Garzón. Por pura casualidad, naturalmente, Bermúdez acaba de proteger el flanco del candidato socialista Rubalcaba. Por pura casualidad, Bermúdez protegió el costado de Emilio Botín en el caso de las cesiones de crédito y en el de la indemnización de Amusátegui y Corcóstegui, así como el costillar del PSOE en el juicio por el 11-M y sigan ustedes contando. Las sentencias de Bermúdez siempre favorecen al poderoso, pero, naturalmente, se trata de una coincidencia: probablemente, los poderosos tenían razón en todos ellos.

Pues bien, el PP, en lugar de solicitar la despolitización de la justicia, empezando por la elección popular de fiscales y jueces, recuperando la iniciativa popular en acusaciones de corrupción y promocionando el casi fenecido jurado popular, se mantiene en el "respeto a las decisiones judiciales" (¡Sólo faltaría!) y, cuando llegue al Gobierno, ya intentará colocar a los suyos en los puestos que ahora ocupan los otros, tarea que, por cierto, la derecha siempre ejecuta de forma tosca e ineficaz.

Y eso que entre Bermúdez y Garzón, me quedo con Garzón. Con perdón.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com