La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) tendrá un coste cero para los contribuyentes españoles. La financiación correrá a cargo de los propios peregrinos en su mayoría (70%) y contará con la aportación de empresas y particulares (30%). Las administraciones públicas han facilitado su realización, poniendo a disposición polideportivos y colegios públicos, aunque la JMJ pagará los gastos de electricidad y agua. El modelo es distinto del de Australia, donde el Estado aportó 6 millones de dólares para Sidney 2008, o al de Italia, que también contribuyó en el presupuesto de la JMJ de Roma 2000.
Unos datos que deberían ser suficientes para los anticlericales quienes pedían cuentas de la visita de Benedicto XVI y que, como los "Indignados", buscan cualquier excusa por mostrar su "cariño" hacia los católicos. Por cierto, a 70 días el número de inscritos a fecha de hoy es de 371.087, pero la experiencia indica que a los actos centrales acude el triple de los inscritos.
Aunque los organizadores de la JMJ tienen claro que el principal beneficio es espiritual y que el contacto de algunos jóvenes que nunca habían tenido relación con la Iglesia es un bien impagable, se trata de un evento con enormes efectos económicos. La visita pone a España en el centro del mundo durante cinco días, mientras que la afluencia de extranjeros es tal que el 1% de los extranjeros que nos visiten lo hará para acudir a la JMJ. La inyección es de, al menos, 100 millones de euros.
Las exenciones fiscales para las aportaciones dinerarias implican que el Estado dejará de ingresar entre 15 y 20 millones de euros, pero genera un recurso IVA de aproximadamente un 20% más. En cualquier caso, para la Hacienda Pública la JMJ será tan solo uno más de los 16 eventos de importancia que suman 263 millones de euros en exenciones.
Rodrigo Martín
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