No se puede entender lo que ocurre en el Madrid sin entender la amistad interesada entre el derechista florentino y el izquierdista Rubalcaba. Villar Mir no le perdona a Pérez que le haya hecho gastar un millón de euros en una campaña fallida. Al madridismo le gusta muy poco el poder otorgado a Pedja Mijatovic
No es posible entender las claves del bochornoso espectáculo que han supuesto las elecciones a la presidencia del Real Madrid sin reparar en una amistad, interesada pero muy fructífera, entre el socialista y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba y el ex presidente del club blanco, proveniente y amigo de toda la derecha política, Florentino Pérez.
Tampoco se puede entender nada si no se repara en la postura de Juan Miguel Villar Mir, el gran perdedor. Villar Mir se siente engañado por Florentino, que ha jugado a varias barajas durante las elecciones. El presidente de OHL se ha gastado un millón de euros de su bolsillo para, en la recta final darse cuenta de que el candidato de Florentino no era él, sino Ramón Calderón.
Porque con Calderón no sólo Pérez seguirá influyendo en el Real Madrid sino que también lo hará el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. La ligazón cada vez más estrecha entre el constructor y el influyente político socialista ha llegado de la mano de su común amigo Jesús Polanco. Finalmente, el PSOE ha conseguido entrar en el Madrid, un equipo de fútbol siempre vinculado a la derecha españolista.
Un detalle: el socio José María Aznar López votó por Villar Mir. Al madridismo no le ha gustado nada, lo que se dice nada, que el director deportivo de Calderón, un presidente bajo sospecha, sea Pedja Mijatovic, un personaje cuyo carácter y aficiones tenía poco que ver con las esencias del madridismo y con su tradición de esfuerzo. De hecho, Calderón, con sus fichajes anunciados, vuelve a incurrir en el mismo defecto que llevó a la dimisión a Florentino Pérez: crear una empresa de galácticos.