Hispanidad.com fue el primer medio (horas después del atentado) en manifestar que la masacre del 11 de marzo no podía deberse a ETA, y nos valió un torrente de insultos en aquellas primeras horas de dolor y nervios, especialmente por parte de los simpatizantes del Partido Popular. Los nervios de las víctimas se fueron, queda el dolor. El dolor de los políticos se fue, pero les quedan los nervios.

Y enervados como andan, han escenificado una Comisión parlamentaria sobre el 11-M que, naturalmente, no ha aclarado nada sobre el 11-M, pero que ha servido para que ambos, populares y socialistas, muestren sus vergüenzas delante de los familiares de las víctimas y mientan como posesos. Miente el secretario de Organización del PSOE, Pepe Blanco, cuando, sin vergüenza alguna dice que a medida que avanza la Comisión se confirma que el Gobierno Aznar mintió o no dijo toda la verdad o no proporcionó la verdad a tiempo. Eso es falso. Lo que se está demostrando es, precisamente, lo contrario. El Gobierno Aznar, y en especial su ministro del Interior, Ángel Acebes, se empeñaron en que era ETA, contra la evidencia de los hechos. Es lo malo que tiñe las obsesiones. Pero yo no creo que mintieran. Deseaban que fuera ETA, recibieron informes de que era ETA, remitidos por una policía tan obsesionada como el Gobierno acerca de la banda terrorista vasca, y confundieron sus deseos con la realidad. Pero es cierto que en cuanto comenzaron a llegar pistas en otro sentido no engañaron a nadie.

Por el contrario, cada vez está más claro que el PSOE utilizó en su beneficio los cadáveres de 192 asesinados, para "catalizar" (genial palabra la utilizada por el ministro de Justicia, López Aguilar, para resumir la situación) sentimientos provocados por la Guerra de Iraq y la desbordante antipatía de José María Aznar, en beneficio del PSOE.

Insisto: creo que Hispanidad.com se ganó ese día la fuerza moral como para afirmar ahora, con idéntica sinceridad, que el PP no mintió, y que el PSOE llegó a La Moncloa gracias a 192 cadáveres. Y para decir lo más grave de todo, la conclusión más errónea: que los españoles hemos reaccionado con lamentable cobardía ante el 11-M y que hemos lanzado al mundo el mensaje del que el terrorismo merece la pena, que la violencia consigue todos sus objetivos si el violentado se arruga, y que el síndrome de Estocolmo es una de la claves de la actual política internacional. Y todo eso lo lanzamos a la Red desde nuestra convicción profunda de que la guerra de Iraq era una guerra injusta que George Bush nunca debió provocar.

Pues bien, como el tiempo pone las cosas en su sitio, ahora llega el  filosocialista Antonio Banderas a decir algo parecido, y hay que aplaudir su valentía: "El 11-M influyó en el resultado electoral y no es ilícito decirlo". Por supuesto, la verdad nunca es ilícita, ni ilegítima ni inmoral. Sólo que Zapatero se niega a decirlo. Todo su Gobierno está montado sobre una mentira.

Y hay más, les recomiendo que vayan a la Red y lean la espléndida entrevista del diario La Razón con el ex ministro del Interior marroquí, Dris Basri, uno de los puntales del fallecido monarca autoritario Hasan II (y un personaje peligroso). La entrevista es un género parasitario, propio de becarios, que medran al rebufo de la categoría del entrevistado, pero al mismo tiempo se convierte en uno de los géneros periodísticos más útiles del momento. Quiero decir que en una sociedad de saturación informativa, se da la sublime paradoja de que decenas de crónicas televisivas, y centenares de despachos de agencia suelen tener una misma y única fuente informativa, por lo que, de una u otra forma, dependiendo del talento literario del firmante, todos los medios acaban contando lo mismo. La entrevista, que acude directamente a la fuente, por muy manipulada que esté, habla con sus propias palabras.

Afirma Basri, quien ideológicamente nada tiene que ver con el ex presidente del Gobierno español, que "el que fijó el día del 11-M quería derribar a Aznar".

Y dice más: "Al Qaeda es como el fenómeno 'Carlos' de los años setenta". Iluminador parangón. En efecto, al venezolano Carlos se le atribuían todos los actos terroristas, incluso cuando ya estaba en la cárcel. Él encantado, porque la vanidad le devoraba, pero lo cierto es que ahora sucede lo mismo con Ben Laden. Pensar que el señor Osama ordenó el atentado de Madrid es otorgarle demasiado poder. La verdad es que estamos hablando de una violencia incontenida (que Basri atribuye al conflicto palestino israelí), fruto del fanatismo pero también del hambre y de una política occidental egoísta y altanera, y sin una organización piramidal y ordenada. Los miembros de Al Qaeda coinciden en sus odios, no en sus nombres ni en su jerarquía.

Por tanto, tanto Banderas como Basri unen 11 y 14-M. Sólo la ignorancia satisfecha de Rodríguez Zapatero puede hacer ver lo contrario, y sólo la arrogancia insatisfecha de Aznar le lleva a concluir que hizo muy bien secundando a Bush en la invasión de Iraq (más bien en la postguerra). Lo mejor será que todo el mundo recapacite acerca de sus mentiras cuanto antes.

Pero queda lo del Síndrome de Estocolmo español, la verdad más dura de aceptar. He recibido algunos correos en los que se nos dice que nos equivocamos cuando decimos que un atentado islámico en Estados Unidos provocaría ahora justo el efecto contrario que en España: el reagrupamiento de la población alrededor de un presidente en decadencia, que llevaría a Bush a ganar las elecciones de noviembre. Para algunos, los estadounidenses acabarían como los españoles: suplicando al demócrata John Kerry que les libre de las garras del belicoso GeorgeBush que tantos muertos les ha causado. Por el momento, en Estados Unidos ya se habla de retrasar las elecciones en caso de que se cometa un nuevo atentado. Al revés de lo que ocurrió el 11-S, Estados Unidos, manifiestan voces más pesimistas que la nuestra, se rendiría a quien le golpea y se revolvería contra el actual inquilino de la Casa Blanca, a quien atribuirían todos sus males.

Puede que sí. Eso resultaría lo más pavoroso de todo: supondría que el Síndrome de Estocolmo no afecta sólo a los españoles y que la cobardía no ha cundido en toda Europa (que es lo previsible) sino también en Estados Unidos. Algo. Sin duda, preocupante, porque supondría lo mismo: que el terrorismo funciona en todo el mundo.

Eulogio López