Colombia es el único país de América del Sur que cuenta con costas al océano Pacífico y al mar Caribe, además sus 1.141.748 kilómetros cuadrados de extensión lo convierten en el cuarto país más grande de esta zona del planeta. Es una nación de gran diversidad climática, la cual provoca que existan multitud de especies animales y vegetales, y un variado relieve (sistemas montañosos, llanuras y valles), sin embargo la belleza de su paisaje no oculta la presencia de desigualdades sociales.
El pueblo colombiano sufre desde hace varias décadas un conflicto bélico permanente, debido a la lucha entre la guerrilla, principalmente Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ejército de Liberación Nacional (ELN), los grupos paramilitares y el ejército. Esto no sólo ha provocado una violación de los Derechos Humanos de la población, sino también que Colombia se haya convertido en el segundo país del mundo con mayor número de personas desplazadas (en 2013 hubo alrededor de 230.000, según las cifras del Consejo Noruego para refugiados).
Actualmente, existe un proceso de negociación de paz y, aunque la población tiene esperanzas en que se ponga fin al conflicto, aún no se han suspendido las acciones armadas, por lo que continúan los desplazamientos y los ataques en las zonas rurales.
La ONG Entreculturas, en colaboración con el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) y con la ayuda de algunas empresas españolas, trabaja en este país hispanoamericano con el fin de ayudar, acompañar y defender los derechos de los refugiados y desplazados por la fuerza. El SJR lleva en este país desde 1997 y señala que hay cerca de cuatro millones de desplazados internos y más de 600.000 refugiados en los países vecinos (Brasil, Ecuador, Panamá y Venezuela), donde está presente desde finales de los 90.
Merlys Mosquera, directora regional del SJR LAC, explica a Hispanidad que la labor se organiza en varias áreas: acción humanitaria, acompañamiento jurídico, acompañamiento psicosocial y acciones de emprendimiento económico.
La acción humanitaria comprende ayudas a la vivienda, incluido alojamiento temporal, y a la alimentación, asistencia médica, entrega de kits de higiene y asistencia para obtener documentos como la solicitud de refugio o el registro en el sistema de atención a desplazados.
El acompañamiento jurídico es, según Mosquera, "la piedra angular de las actividades del SJR", pues es la mayor necesidad que presentan los desplazados y refugiados, ya que necesitan regularizar su situación para poder ver restituidos sus derechos. Por ello, les brindan una atención cercana e individualizada en los procesos administrativos y burocráticos.
Las acciones de acompañamiento psicosocial se materializan en la apertura de espacios de expresión y reflexión, que sirven para reconocer y abordar el impacto emocional provocado por los hechos violentos sufridos. Además se fomenta la reconstrucción de los lazos sociales y familiares. A estas acciones se unen actividades de formación en derechos, destinadas tanto a la población refugiada como a las comunidades de acogida, para fortalecer la organización comunitaria y así mejorar la integración local. También se acompaña a las organizaciones de víctimas y se las asesora para que participen en escenarios públicos.
Respecto al área de Emprendimiento Económico, Mosquera relata que para ayudar a la integración local se ayuda a formular e implementar iniciativas productivas. Además el SJR promueve que se generen políticas públicas a favor de desplazados y refugiados, así como campañas de sensibilización. "Cada año acompañamos a unas 20.000 personas en todas las áreas", añade.
La directora regional del SJR LAC afirma que lo más grato de su cargo "son las labores de acompañamiento a las personas". "Una de las cosas que mantiene a instituciones como está es la capacidad de las personas, pues nosotros somos simples facilitadores de sus procesos", añade. Por otro lado, lo más difícil es tener un impacto directo en la generación de políticas públicas beneficiosas para refugiados y desplazados.
Mosquera cuenta que Colombia tiene ahora varios desafíos: que las personas conozcan las medidas de reparación y restitución de derechos del gobierno colombiano, así como los esfuerzos de los refugiados para integrarse en los países de acogida, que cada vez están menos abiertos a recibirlos.
El SJR tiene una especial dedicación con los niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ). Su labor se centra en prevenir su vinculación a las dinámicas del conflicto y por ello, les ofrecen herramientas para que tengan otras opciones de vida. Son bastante vulnerables y a esto se une el escaso acceso a la educación y el alto nivel de deserción en las zonas rurales de Colombia.
Por ello, el SJR y la ONG Entreculturas les plantean jornadas de formación en derechos y valores, trabajan el manejo adecuado del tiempo libre y también les ofrecen jornadas de refuerzo educativo para que puedan elevar el nivel de rendimiento en la escuela. También se realizan tareas de enseñanza de adultos y apoyo a los centros de desarrollo comunitario para mejorar la convivencia y las oportunidades de los NNAJ en riesgo social.
El presupuesto con el que cuenta el SJR en este proyecto de Colombia es de un millón de euros para tres años y en el mismo trabajan 21 personas del SJR y seis de la ONG Entreculturas, repartidas entre: Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela. A estas se suman las tres personas de la oficina regional, entre las que está, Merlys Mosquera.
Cristina Martín
cristina@hispanidad.com