Sr. Director:

Son muchas las voces que se han levantado contra las ejecuciones que se perpetran en China.

El materialismo de sus habitantes, subidos con la política egoísta del hijo único y cuyo fin primero es el dinero, casa con el hecho inhumano e inverosímil de que las balas usadas en las ejecuciones de los presos son facturadas a sus familiares.

China es admirada hoy como potencia económica, pero no se reconoce la precariedad en que viven sus pobladores: escasez de agua potable, de servicios médicos, contaminación y la obligación de abortar a los no primogénitos, hacen de este país un lugar detestable y primitivo.

Que occidente se niegue a reconocer la gravedad de estos hechos sólo significa una cosa: la insensibilidad se ha apoderado de un mundo en el que tristemente sólo cuenta el enriquecimiento material, enriquecimiento que corre parejo al olvido de las almas que sufren.

Eva María Catalá

mariacatala6@gmail.com