Oigo Radio Nacional, porque siempre hay que escuchar atentamente la voz del Sistema. Son las 20.00 horas del miércoles 1 de noviembre, y las urnas comienzan a abrirse en Cataluña. Los expertos de la radio de ZP analizan la típica encuesta a pie de urna y dos de ellos insisten en lo más lamentable de la noche: el populismo. Sí, como lo oyen: al parecer, Ciudadanos de Cataluña, populismo puro, parece irrumpir en el Parlament con dos escaños. Tras ser bautizados con dicho nombre, los chicos de Albert Rivera pasan a equipararse con Hugo Chávez o Evo Morales. Un segundo experto lo ratifica, por si no había quedado clar Que este fenómeno de otras latitudes llegue a Cataluña, da que pensar. De Managua a Barcelona, oiga usted.
Ciudadanos de Cataluña no es populista. Es un partido de desencantaos de PSC que están hartos de la obsesión nacionalista que impera en el poder catalán. El hortera de su líder llamó la atención con un cartel electoral en el que aparecía en porretas (aunque pudoroso, el chaval se nos tapaba la vergüenzas, que no la cara) pero eso no es ser populista, es decir, demagogo, sino simplemente un panoli.
No, lo que molesta de Ciutadans en RNE es que han roto el sistema. Se han atrevido a penetrar en el Olimpo reservado a los elegidos.
Y esto lo dice, ojo, representantes del Zapaterismo sobre unas elecciones en las que ha votado un 57% -el porcentaje más bajo en 30 año de democracia-, comicios forzados por un Estatut aprobado en un referéndum en el que votó el 50% del censo. Créanme, mientras los medios de informativos y las instituciones políticas, en definitiva, el Sistema, se llenaba la boca con el Estatut, en las calles de Barcelona la gente ni se preocupaba de leerse el texto.
Esto es, en el momento de mayor divorcio entre clase política y ciudadanía, en la avanzada Cataluña más que en ningún otro lugar de España, resulta que la única formación que rompe el Sistema es populista, un insulto que sólo significa, demagogo. No se engañen, el Sistema está dispuesto a aceptar cualquier resultado salvo la entrada de nuevos miembros.
No, la lección que se extrae de Cataluña es mucho más sencilla, y constituye el mayor peligro a la par que la mayor esperanza política para Occidente. El mayor peligro para la democracia en Occidente es el divorcio entre la clase dirigente (política, económica y cultural) y el pueblo. De ahí se sale hacia el fin de la democracia o hacia la creación de una nueva clase dirigente guiada por el bien común y el espíritu de servicio.
Y que conste que Ciudadanos rompe le sistema de partidos, pero no el sistema cultural: algo que procede del blasfemo de Albert Boadella, del comecuras de Arcadi Espada o del cursi de Albert Rivera resulta tan anticristiano como el propio Sistema. Lo que rompería el sistema es que unos católicos, con los principios cristianos por bandera, entraran en política. Eso sí que rompería algo más duro que el Sistema: rompería el pensamiento único.
Eulogio López