No me lo podía creer leyendo la noticia, me preguntaba ¿pero porque? Mi falta de credibilidad se fue convirtiendo en una mezcla de asombro y de indignación, aunque con todo respeto para los que han tomado esa decisión. Que para mi y muchos como yo se considera que es una manera más de claudicar ante el mundo de nuestra condición de cristianos que tienen que hacerse notar.
Me estoy refiriendo a la orden que se ha dado de que se supriman los toques de campana incluso, los del reloj de la Santa Iglesia Catedral de Málaga, porque pueden molestar a los que viven en las cercanías. Eso, es totalmente falso y lo atestiguo yo, que durante 20 años viví a los pies de la catedral y nunca me despertaron, ni de día ni de noche el voltear de las campanas ni el sonido solemne del reloj marcando el tiempo.
Para no juzgar con dureza esa orden que se ha dado tengo que pensar que habrá muy poderosas razones para hacerlo y que inexplicablemente no se han comunicado a la ciudadanía que en su mayoría es cristiana, aunque no sean muy practicantes, pero que tiene derecho a saber porque vamos cediendo y arrinconado en las sacristías nuestra condición de cristianos. Espero que no quiten las sacristías por respeto a los que pasan por ella ante un posible portazo y pueda molestarlos.
Todo esto es hacerle el juego a los que quieren que desaparezca cualquier símbolo de nuestra fe. El Santo Padre que continuamente nos habla de amor a todos sin distinción de ningún matiz también nos pide firmeza y valentía a la hora de defender la fe en todas sus facetas. Porque defender la fe y sus manifestaciones externas es defender el honor de Dios.
Esto de las campanas es algo muy pequeño pero es muy significativo. Es callar una voz que durante el día y la noche nos recuerda que Dios está presente en nuestras vidas y disponibles a todas horas para lo que necesitemos. Pido por favor una explicación, una razón convincente por parte de quién corresponda para que cuántos pensamos lo que expreso en estas líneas cambiemos de opinión, aunque la verdad lo veo difícil. A la Iglesia hay que defenderla en las cosas grandes y también en las minucias, en lo que parece no tener importancia, pero que siempre la tiene y quitar el tañido de las campanas y el sonido del reloj es algo pequeño que pueda acabar en no se donde. Lo mismo que un largo viaje como dice un proverbio chino, empieza por un pequeño paso.
Piedad Sánchez de la Fuente